CREER PARA SER DICHOSOS
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos VI, n. 37)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
FIESTA DE LA VISITACIÓN DE NUESTRA SEÑORA
Evangelio según san Lucas: 1, 39-56
¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme?
«Hijos míos: “Bendita tú eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre”. Dichoso el que bendice a la Madre y al Hijo de Dios. Dichoso el que cree, y repite estas palabras. Dichosos sean ustedes que han creído, que han confiado y se han abandonado en la voluntad de Dios, porque es así como permiten que Él actúe en ustedes.
Contemplen el esplendor de la vida que llevo dentro, y admiren conmigo el fulgor de la luz que emana de este vientre que dará al mundo un fruto bendito, a quien Dios lo exaltará y le será otorgado el Nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es el Señor, para gloria de Dios Padre. Reciban la paz que ya desde antes de nacer ha traído este niño al mundo: la paz de saberse salvados, redimidos, liberados, amados, unidos en filiación divina al Padre por su misericordia.
Contemplen conmigo el encuentro con mi prima Isabel, cuando, al escuchar mi saludo, la criatura que llevaba en su seno saltó de gozo, y ella quedó llena del Espíritu Santo, exultando su alma en Dios, porque había llegado la salvación al mundo. Mediten cada palabra, porque es el Espíritu Santo quien pone las palabras en su boca.
Participen de mi dicha al escuchar de su boca que soy la Madre del Señor, y poder compartir con ella mi alegría, pues todo cuanto me fue anunciado se cumplirá.
Contemplen mi prisa y mi voluntad de servir, porque el Espíritu Santo está conmigo, y es Espíritu de vida, que se mueve, es dinámico, es el amor del Padre y del Hijo, y no se puede contener; se expresa, se nota, se manifiesta en obras. Mediten el misterio de la encarnación del Verbo, y caminen conmigo y con José hacia Belén, porque todo lo que está escrito se cumplirá, y en Jesús se cumplen todas las profecías.
Dichosa yo que he creído, que he confiado, que he obedecido, porque todo se ha cumplido: Dios me ha bendecido entre todas las mujeres y ha sido bendito el fruto de mi vientre, ha nacido el Redentor del mundo, que ha vencido a la muerte, y que ha resucitado al mundo para la vida eterna».