ENVIADOS Y ACOMPAÑADOS
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos I, n. 28)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
Evangelio según san Lucas: 1, 57-66
La mano de Dios estaba con él.
«Hijos míos: Jesús es la Palabra de Dios, que fue enviado al mundo para que todo el que crea en Él tenga vida eterna. Ustedes, mis hijos, los que han nacido en el seno de la Iglesia Católica, son los enviados a transmitir la Buena Nueva con la Palabra, que es Cristo, y que Él mismo representa. Pero no los envía solos. Me ha enviado a mí para acompañarlos. El mismo Cristo fue acompañado por la criatura a quien Dios envió para concebirlo, para protegerlo, para cuidarlo, para darle vida, para acompañarlo, para sostenerlo, y ayudarlo a cumplir la misión para la que Él había sido enviado.
Construyan el Reino de Dios, para que, cuando el Rey venga con todo su poder, majestad y gloria, el fruto de sus obras sea abundante. Que en esta espera nazca de mi vientre la luz para el mundo, y que ustedes sean conductores de la luz, como las estrellas de mi manto que brillan por la luz que emana del fruto de mi vientre, para que sean mensajeros de amor, portadores de paz y misioneros de misericordia.
Yo intercedo por ustedes, los que están por nacer y los que ya nacieron, los que están cerca y los alejados, para que reciban las gracias y la misericordia de Jesús, como un torrente de agua de vida que dé fruto en abundancia, para que sean transformados en ofrenda al único Dios verdadero, el que da la vida eterna, el que era, el que es y el que ha de venir.
Miren en su interior y pregúntense a sí mismos: ¿qué va a ser de este niño? Y dense cuenta de que la mano de Dios está con ustedes. Él los ha conocido desde antes de nacer, los ha enviado y les ha dado a su Madre para que los acompañe y se vuelvan a Él cuando desvíen el camino. El que camina solo es derrotado por su soberbia.
Perseveren en la humildad, y no caminen solos, porque hasta el mismo Dios, que envió a su Hijo al mundo, lo envió acompañado».