26/01/2025

MCM Lc 4, 38-44

TRABAJAR CON SENTIDO PARA SERVIR A DIOS

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre

(Fuente: Espada de Dos Filos IV, n. 87)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) 

Evangelio según san Lucas: 4, 38-44

También a los otros pueblos tengo que anunciarles el Reino de Dios, pues para eso he sido enviado.

              

«Hijos míos: mi Hijo Jesucristo los ha hecho dignos hijos del Padre, en orden a la filiación divina, para que sean uno en Él, como el Padre y Él son uno. Mantengan el orden en su vida, que fomenta el respeto y la dignidad en ustedes. 

Orden para hacer todas las cosas, para servir, para trabajar, para vivir las virtudes.

Orden en la familia, como orden hay en la creación desde un principio, cuando Dios los hizo hombre y mujer a su imagen y semejanza.

Orden para cumplir con sus obligaciones.

Orden para hacer la voluntad de Dios, cumpliendo los mandamientos de la ley, para permanecer en Él, como Él permanece en ustedes.

Jesús es el Hijo de Dios. Hasta los demonios lo reconocen y lo gritan. 

Reconózcanlo, y sírvanlo según el orden que merece, poniéndolo en primer lugar y sobre todas las cosas.

Aprendan de Él, que no ha venido a ser servido, sino a servir. 

Trabajen con sentido, por amor a Dios, sirviendo a los más necesitados. En el trabajo está el servir y en el servir está el obrar, y en el obrar está el amar. Es por sus obras que serán salvados.

Un trabajo sin sentido es un trabajo que no sirve, porque no da fruto.

Un trabajo que sirve es el que se dirige hacia la construcción de un bien, al servicio del necesitado. Pero un servicio sin amor no sirve, porque no da fruto.

Glorifiquen a Dios con su vida, cumpliendo sus mandamientos, sirviéndolo cada día con alegría, profesando su fe, abandonados en la esperanza de que Dios es Padre providente, que da en abundancia a los que lo aman; uniendo su voluntad a la suya, para que, a través de ustedes, llegue su misericordia y su caridad a todos los pueblos, anunciándoles el Reino de Dios, y la salvación, con el ejemplo».