29/01/2025

MCM Lc 9, 22-25

UNIR LA CRUZ DE CADA DÍA A LA CRUZ DE CRISTO

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre

(Fuente: Espada de Dos Filos II, n. 2)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)

 

Evangelio según san Lucas: 9, 22-25

El que pierda su vida por mí, la salvará.

 

«Hijos míos: permanezcan conmigo al pie de la cruz, orando, adorando, amando. Unan su cruz de cada día a la Cruz de Cristo, la única cruz que salva, que santifica, que redime, que da vida. Porque Él, que los creó sin ustedes, no los salvará sin ustedes.

La cruz de cada día son todos los trabajos, mortificaciones, sacrificios, acciones, obras, quehaceres, servicios, ofrendas, responsabilidades, según los dones recibidos, para cumplir cada uno con su deber y, uniéndolos en una sola cruz, la de mi Hijo Jesucristo, adquieren valor para vivir en armonía en un solo cuerpo y un mismo espíritu. Todo lo que no se une a la Cruz no sirve para nada, porque el único sacrificio agradable al Padre es el del Hijo, que por un solo sacrificio ha abolido la esclavitud del pecado, rompiendo las cadenas y liberando al mundo.

El Señor es el dueño de la vida de cada uno, porque Él es la vida. Y es perdiendo la vida por Él, que encuentran la verdadera vida. La vida se pierde en la batalla, luchando todos los días, entregando sus trabajos, sus sacrificios, sus oraciones, sus disposiciones, sus mortificaciones, sus alegrías, sus buenas obras, sus pensamientos, sus palabras, y sus acciones a Dios, unidas a la Cruz de aquel que ha entregado la vida por su propia voluntad, para recuperarla de nuevo.

Permanezcan en la fe, en la esperanza y en el amor, viviendo con alegría en la virtud, con mi auxilio, para establecer la unidad y la paz a través de la Cruz, en la que permanezco unida a Él, y que me hace camino seguro y puerta abierta del cielo.

Tomen su cruz de cada día, con la alegría de servir a Cristo, uniéndose en un mismo sacrificio, en una misma cruz, en un solo cuerpo, en un mismo espíritu».