ENTREGARSE CON CRISTO
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos V, n. 18)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
Evangelio según san Lucas: 9, 43-45
El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres.
«Hijos míos: así como el cuerpo de Cristo fue concebido humano y divino.
Así como el Verbo se hizo carne y habitó entre los hombres.
Así como enseñó, alimentó, cuidó, protegió y salvó a la humanidad con su vida, derramando su misericordia.
Así como fue tentado, perseguido, flagelado, burlado, juzgado, incomprendido, atacado, martirizado, inmolado, condenado, maltratado, desfigurado, herido, lacerado, desechado, odiado, ofendido, calumniado, coronado de espinas, crucificado.
Así como en tres días fue reconstruido, y su triunfo es para siempre.
Así es la Santa Iglesia, que es el cuerpo de Cristo.
La Iglesia une, santifica y salva. Es el medio de salvación y el camino seguro que lleva a Dios, que los une al Padre en filiación divina y los hace hijos y parte en la Santísima Trinidad, en el Hijo, por el Espíritu.
Y es una, y es santa, católica y apostólica. Sus miembros deben ser un solo cuerpo, un solo pueblo santo, tener una sola religión católica, y una misma misión apostólica.
Yo soy Madre de la Iglesia, y los cuido, y los protejo, como cuerpo que son de mi Hijo.
Recurran a mí, la que, haciéndose sierva y esclava del Señor, se hizo última, para acoger en su seno al Niño, que siendo el primero se hizo el último, que siendo Dios se hizo hombre, que por hacerse último no deja de ser el primero, y por hacerse hombre no deja de ser Dios, pero que se ha entregado en las manos de los hombres, para que los hombres puedan llegar a Dios».