SER PILARES DE LA IGLESIA
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos V, n. 36)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
Evangelio según san Lucas: 11, 27-28
Dichosa la mujer que te llevó en su seno. - Dichosos todavía más los que escuchan la Palabra de Dios.
«Hijos míos: cuando mi Hijo Jesucristo resucitado subió al cielo, yo deseé con todo mi corazón irme con Él, pero la voluntad de Dios era que me quedara. Y me quedé, y esperé, porque yo debía completar mi propia misión, exaltando al Verbo encarnado, llevando la Palabra a sus discípulos, enseñándolos a ser como Él, fortaleciéndolos para ser pilares sólidos de la Iglesia, cimientos fuertes, para construir el Reino de los Cielos en la tierra, y para reunirlos y acompañarlos, para que el Espíritu Santo, que siempre está conmigo, fuera enviado a todos ustedes, y derramara en sus corazones todos sus dones.
Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava. Me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Bendito es el fruto de mi vientre. Su nombre es Jesús, el Mesías esperado, el que los profetas habían anunciado, el que vi nacer, el que vi crecer, el que vi morir. El que alimenté en mi vientre, el que amamanté de mis pechos, el que arrullé, el que crie, el que cuidé, el que eduqué, el que acompañé, el que enseñé a dar y a darse sin pedir ni esperar nada a cambio, amando hasta el extremo como hombre y como Dios, porque nadie tiene un amor tan grande como el que da la vida por sus amigos. Todo el que es de la verdad escucha su voz.
Reúnanse en torno a mí, que soy el pilar de la Iglesia, y construyan conmigo el Reino de los Cielos. Reúnanse conmigo en oración, pidiendo al Padre que derrame sobre ustedes su Santo Espíritu, pidiéndole sus dones y gracias para permanecer en santidad, practicando con perfección las virtudes.
Reciban la Palabra de Dios en sus corazones y aprendan a escuchar, para que la pongan en práctica, haciendo lo que mi Hijo les diga. Porque no se trata de hacer lo que causa menos dolor o sufrimiento, sino la voluntad de Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad.
Alégrense, porque todo está en el plan de Dios, y ustedes, los que escuchan su Palabra y cumplen su voluntad, son instrumentos fidelísimos de Dios para que su Palabra sea puesta por obra, y están cuidados, protegidos y custodiados por los ángeles y los santos.
Yo les doy un consejo: cuiden la rectitud de intención, escuchen la Palabra, y hagan lo que mi Hijo les diga, para que sean pilares fuertes que sostengan a la Iglesia, y sean dichosos, como yo».