CUMPLIR CON EL DEBER
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos V, n. 51)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
Evangelio según san Lucas: 12, 39-48
Al que mucho se le da, se le exigirá mucho.
«Hijos míos: a ustedes se les ha dado mucho, se les ha dado una fe fuerte y el conocimiento de la verdad. Al que mucho se le da mucho se le pedirá. Y al que mucho se le confía, mucho se le exigirá. A ustedes se les pide que correspondan, recibiendo el amor de mi Hijo, para que den testimonio de lo que se espera y de la realidad que no se ve; recibiendo también su misericordia, para que renazca en ustedes el deseo de conseguir el cielo. Y se les pide que acumulen tesoros en el Cielo, para que permanezca ahí su corazón. Que permanezcan en vela, esperando a que su Señor vuelva. Que estén preparados y se porten con fidelidad y prudencia, para que cuando su amo venga los encuentre cumpliendo con su deber, según la voluntad del Padre que les ha dado a conocer, porque nadie sabe ni el día ni la hora. En una sola palabra, hijos míos, se les pide disposición. Estén preparados, porque el dueño de la cosecha está cerca, y llegará sin avisar, para pedirles cuentas.
Ustedes son como el grano de trigo. ¡Maduren! Porque los ángeles de Dios ya tienen lista la hoz, y están en espera de la orden para recoger la cosecha. Dichosos los que esperan despiertos la llegada de su Señor. Dichosos los que predican el Evangelio, porque esa es su obligación. Dichosos los que dan fruto bueno, porque esa será su ofrenda. Dichosos los que se hacen como niños y ofrecen cosas buenas a Dios, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Dichosos los que creen en mi Hijo, porque, por su fe, serán salvados, y Él les dará la vida eterna. Dichosos los que estén preparados para recibir a su Señor.
Yo les pido que estén atentos a mi llamado, porque es tiempo de cosecha, es tiempo de ofrenda. Tiempo de desprendimiento, en donde la uva es arrancada de la vid para extraer la riqueza interior del fruto, limpiando, triturando, fermentando, transformando, por la misericordia y la gracia, el fruto malo en fruto bueno, el fruto verde en fruto maduro, el fruto maduro en vino, el vino en ofrenda, unido al sacrificio de mi Hijo para la gloria de Dios.
Yo intercedo para que ustedes alcancen la gracia, sean fieles instrumentos de la gracia, y cumplan con su deber, para que sean dichosos cuando Él vuelva».