EXAMINAR LA CONCIENCIA
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos V, n. 53)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
Evangelio según san Lucas: 12, 54-59
Cuando vayas con tu adversario a presentarte ante la autoridad, haz todo lo posible por llegar a un acuerdo con él en el camino.
«Hijos míos: todos mis hijos necesitan conversión.
La conversión es la disposición del alma a permitir que Dios la haga santa, y el deseo de perseverar hasta alcanzar esa santidad, luchando contra uno mismo, contra sus costumbres, sus malos hábitos, sus creencias, sus gustos, sus prejuicios, sus percepciones de lo que está bien y lo que está mal, y de cómo disfrutar su vida en el mundo.
Hay que vencer el orgullo, la soberbia, el egoísmo, la tentación, descubrirse necesitados, humillados, pero muy amados por Dios, creyendo que un día estarán cara a Dios, dándole cuentas de sus faltas, de sus omisiones, de sus obras malas. Pero también de sus obras buenas, de sus frutos transformados en ofrenda, unidos al único y eterno sacrificio de mi Hijo Jesucristo, por quien consiguen los méritos que necesitan para llegar a Dios.
Para eso se necesita un buen examen de conciencia cada día, un ratito de oración que los conduzca al conocimiento de sí mismos, como si estuvieran cara a Dios. Así será más fácil hacer una buena confesión, que es una infinita gracia, un regalo de Dios, que a Él le costó enviar a su único Hijo al mundo a padecer y morir, para constituir la filiación divina y la redención de cada hijo de Dios, otorgándoles su perdón.
Procuren este hábito necesario para una verdadera conversión, y no se preocupen, porque no hay nada imposible para Dios. Yo ruego para que reciban la gracia de disponerse a recibir el amor».