ESPERAR CON ALEGRÍA LA VENIDA GLORIOSA DEL HIJO DE DIOS
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos V, n. 96)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
Evangelio según san Lucas: 21, 29-33
Cuando vean que sucede esto, sepan que el Reino de Dios está cerca.
«Hijos míos: el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. La noticia de su próxima venida es motivo de alegría, porque, aunque venga con su justicia, ya ha derramado en el mundo su misericordia, a través de su sangre, hasta la última gota, y les ha traído su compasión y su perdón, con su redención, entregándose a la muerte, por su propia voluntad, para alcanzarles la vida, en su resurrección.
Él anuncia que el Reino de los Cielos está cerca, no para que se angustien, no para que tengan miedo, no para que se asusten, sino para que sean conscientes, y estén pendientes de preparar su llegada, escuchando y practicando su Palabra, porque al que encuentre cumpliendo con su deber tendrá la vida eterna asegurada.
Es tiempo de creer en la Palabra de mi Hijo, que trajo plenitud a la ley dada por los profetas, y de poner en práctica sus enseñanzas, amando a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como Él los ha amado. Él vino a traer plenitud. Es la plenitud del amor. Alcanzar la plenitud en la vida es vivir conscientemente en el Amor de Dios, y hacerlo todo, absolutamente todo, por ese amor. Es ahí donde radica toda la felicidad. Es por eso que la felicidad no se puede comprar, porque Dios no se vende. Dios es amor. Él es la felicidad absoluta. No hay nada que el mundo pueda ofrecer a ustedes que se asemeje, ni siquiera un poquito, a la felicidad eterna que les espera cuando Él comparta con ustedes su gloria.
Ya todo les ha sido dado. No tienen que pensar, ni buscar, ni encontrar doctrinas nuevas. Todo está escrito según los deseos de mi Hijo, de acuerdo a Él mismo, y no se contradice, porque Él es la Palabra. Esperen su venida en el último día, no como si fuera un cuento y una historia de terror, y el fin del mundo fuera un castigo de Dios; sino con emoción, con ilusión, con verdadera fe y convicción, de que será un día glorioso para los que aman al Señor».