01/02/2025

MCM Lc 24, 13-35

RECONOCER AL RESUCITADO

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre

(Fuente: Espada de Dos Filos II, n. 50)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) 

 

Evangelio según san Lucas: 24, 13-35 

Lo reconocieron al partir el pan.

 

«Hijos míos: crean en los profetas, porque está escrito que quienes no crean en ellos no creerán, ni aunque resucite un muerto. Reconozcan a Cristo resucitado. Él es el profeta más sabio de todos los tiempos, y Él dijo “destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré”. Y ha cumplido su Palabra. El que no crea, que al menos crea por las obras.

Escuchen la Palabra de Dios, para que se enciendan sus corazones con el fuego de su amor. Participen con fe en la celebración de la Santa Misa, para que, al partir el pan, se abran sus ojos, y reconozcan al Señor crucificado, muerto, resucitado y glorioso. Él es el mismo ayer, hoy y siempre. Él es el Alfa y la Omega, el principio y el fin.

¡Alégrense! Porque el Señor ha resucitado, y tanto los ha amado, que ha venido a ustedes. Son muchos los que han encontrado al Señor en el camino, pero es Uno el que sale al encuentro de muchos, para mostrarles que el Camino es uno: es el Camino que abre los ojos a la Verdad, para que encuentren la Vida, a pesar de la tempestad, a pesar de las tormentas, de las tinieblas y la oscuridad. A pesar de los desiertos y de la sequedad del alma, a pesar de la soledad, de la incertidumbre, de la tristeza, del sufrimiento y de la desesperanza.

Caminen y nunca se detengan. Porque Jesús camina con ustedes y les habla al oído, esperando que abran sus corazones, para tener un verdadero encuentro con ustedes. Entonces se abrirán sus ojos, y sabrán que han cenado con Él, y Él con ustedes. Yo los llevo por camino seguro, porque mi Hijo siempre está conmigo. Nadie va al Padre si no es por el Hijo, y nadie va al Hijo si no lo atrae el Padre que lo ha enviado; y Él los resucitará en el último día. Él es el pan vivo bajado del Cielo. El que cree en Él tiene vida eterna. Construyamos en este camino, y caminemos juntos. Yo los ayudo para que quieran caminar y caminen con voluntad, disponiéndose al encuentro cotidiano y constante con Cristo, para que crean en Él, y en cada Eucaristía se abran sus ojos y lo reconozcan, para que lo vean en ese pan bajado del cielo, para que sus corazones se mantengan encendidos, y lleven a otros al camino para el encuentro con Cristo.

Unan su voluntad a la mía, para unirla a la de mi Hijo, que es Cristo vivo y resucitado, expuesto y exaltado en el altar. Es tiempo de caminar. Conmigo el camino es seguro. Acompáñenme».