RECIBIR LA PALABRA PARA VIVIR EN PLENITUD
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos I, n. 37)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
Evangelio según san Juan: 1, 1-18
Aquel que es la Palabra se hizo hombre.
«Hijos míos: el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Mi belleza es solo el reflejo de la Palabra de Dios encarnada en mi vientre, y que se cumplirá hasta la última letra. Palabra que ha hecho nuevas todas las cosas, por lo que todo ha sido renovado.
Reciban la Palabra para que lo conozcan, para que lo amen. Él es la Palabra que existía en el principio y que estaba junto a Dios. Palabra por la que se hicieron todas las cosas. Palabra que es verdad, luz, alimento y vida. Es mi Hijo Jesucristo, quien ha venido a traer la gracia y verdad. Él vino a traer la plenitud del amor.
Alcanzar la plenitud en la vida es vivir conscientemente en el Amor de Dios, y hacerlo todo, absolutamente todo, por ese amor. Es ahí donde radica toda la felicidad. Es por eso que la felicidad no se puede comprar, porque Dios no se vende. Dios es amor. Él es la felicidad absoluta. No hay nada que el mundo pueda ofrecer a ustedes que se asemeje, ni siquiera un poquito, a la felicidad eterna que les espera cuando Él comparta con ustedes su gloria.
Yo soy la primera en cumplir la ley en plenitud, amando a Dios como Él, amando a mis hijos con el amor de Él, en la plenitud de la fe, de la esperanza y el amor. Pero el amor no es para guardarse, debe entregarse, como en el Pesebre, adorando, protegiendo, cuidando, alabando. Anunciando el Reino de los Cielos, como en la Pasión redentora. Haciendo penitencia, como en la Cruz. Entregando la vida para vivir en la resurrección de Cristo, siendo con Él luz para el mundo, conduciendo su misericordia en obras a todos los rincones del mundo.
Ya todo les ha sido dado. No tienen que pensar, ni buscar, ni encontrar doctrinas nuevas. Todo está escrito según los deseos de mi Hijo, de acuerdo a Él mismo, y que no se contradice, porque Él es la Palabra».