CREER EN EL PODER DE CRISTO
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos II, n. 27)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
Evangelio según san Juan: 4, 43-54
Si no ven ustedes signos y prodigios, no creen.
«Hijos míos: el rostro de Cristo es el rostro de Dios, que es misericordia, para que lo vean, para que crean en Él, para llevar la misericordia de Dios al mundo, construyendo en el mundo el Reino de los Cielos, que se construye en unidad: Dios con los hombres.
Yo ruego por ustedes, para que participen en esta construcción, permaneciendo unidos al corazón de Cristo, para que sea esta la señal de mi amor, que se manifiesta en mi auxilio a todos mis hijos.
Permanezcan en esta unión al pie de la cruz conmigo, orando, amando, adorando, y obrando con misericordia, por las necesidades de cada uno de mis hijos, para que ustedes sean señal también de mi auxilio de Madre, porque una madre escucha, entiende, compadece y atiende. Ayúdenme, para que, viendo sus obras, otros crean.
Pídanle al Espíritu Santo que abra sus ojos para que vean, que convierta sus corazones de piedra en corazones de carne, para que crean y hagan sus obras, para que otros crean también en ustedes, no por sus palabras, sino por sus obras.
Nadie es profeta en su propia tierra. Eso también lo dijo Jesús, pero también dijo que nada es imposible para Dios. Pídanle que aumente su fe, y abran el corazón para que reciban su gracia y su misericordia, a través de su amor.
No busquen señales prodigiosas. La señal más grande de su amor, en la cruz ya se las dio: las puertas del cielo para ustedes abrió.
Crean, porque el Señor fue enviado por su Padre, para que todo el que crea en Él se salve. Él los comprende, los acepta, les pide que vuelvan, porque los ama, los perdona, y en la cruz les ha mostrado todas sus obras.
Crean y pongan su fe por obra.
Crean, aunque no hayan visto, porque dichosos son los que creen sin haber visto.
Crean en el poder de Cristo, y Él les mostrará el rostro de Dios, con sus obras de misericordia».