SACIARSE CON LA PALABRA
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos II, n. 59)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
Evangelio según san Juan: 6, 1-15
Jesús distribuyó el pan a los que estaban sentados, hasta que se saciaron.
«Hijos míos: quiero reunirlos a ustedes como una gallina reúne a sus pollitos bajo sus alas, para protegerlos, para cuidarlos, para darles de comer, para guiarlos en el camino y que nunca se pierdan.
Permanezcan conmigo, para que sean llenos del Espíritu Santo, que siempre está conmigo, para que, fortalecidos en la fe y en el amor, alcancen la esperanza de mi auxilio, para que sean reunidos bajo mis alas y obtengan la protección de mi manto.
Yo intercedo por ustedes, para que Dios, que es compasivo y misericordioso, derrame sobre ustedes su Santo Espíritu, que siempre está conmigo.
Para que los fortalezca y tengan el valor de salir al mundo y dar testimonio de la misericordia derramada, por la que Cristo resucitado y vivo se queda y permanece en cada uno de ustedes.
Para que lleven con compasión la fe, la esperanza y el amor.
Para que los que buscan la misericordia de Dios la encuentren en Cristo, en su cruz y en su resurrección.
Para que los que tienen hambre sean saciados, alimentados con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, y luego llenen doce canastos con su testimonio de fe, para que pase de generación en generación, y todos crean que la Eucaristía es un milagro patente.
Es el Cuerpo y la Sangre del Hijo de Dios crucificado y resucitado, y su presencia viva, real y substancial, que da vida.
Es el Santo Sacramento del altar, que siendo tan solo un pan, se convierte en alimento de vida, y se multiplica, y contiene en sí todo un Dios en cada partícula, para darse como alimento, para saciar a su pueblo, reuniéndolos en un solo rebaño y con un solo Pastor.
Escuchen la Palabra, y aliméntense de ella hasta saciarse, porque no solo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios.
Permanezcan en mi compañía, dispuestos a hacer la voluntad de Dios, valientes y firmes en la fe, en la esperanza y en el amor, en un sí constante, para que Dios los mire y se haga en ustedes según su Palabra, y su alegría sea servir a Cristo, porque el Espíritu Santo, que está conmigo, está con ustedes, y con todos los que me acompañan».