SER FIELES AL AMOR
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos II, n. 37)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
Evangelio según san Juan: 8, 51-59
”Yo les aseguro: el que es fiel a mis palabras no morirá para siempre”.
«Hijos míos: el que es fiel a las palabras de Jesús no morirá para siempre. Él es la Palabra, y Él es la vida. Él es el Verbo hecho carne, que ha venido al mundo para mostrarle al mundo el amor de Dios a través de la Palabra, y darles vida.
Pero el amor requiere fidelidad de ambas partes, para que sea una donación completa, porque esa es la expresión más perfecta del amor: donación total mutua, recíproca y correspondida, que no busca más interés que amar y darse al otro. Y en ese dar, recibir, para completar el círculo perfecto y dinámico del amor, como perfecto, dinámico, infinito y eterno es Dios.
Sean fieles al Señor. Sean fieles al amor. Sean fieles a su Palabra, y crean que el Evangelio es la ley de Dios y la única verdad, y que se cumplirá hasta la última letra. Sean fieles a la verdad, y crean en la doctrina católica, en el Catecismo y en el Magisterio de la Santa Iglesia.
Crean que la Palabra es como espada de dos filos, que penetra hasta lo más profundo de los corazones, tocando fibras delicadas en las conciencias, que los llevan a un verdadero arrepentimiento y a la conversión del corazón.
La fidelidad es una decisión. Está en sus manos, en su voluntad, en su obediencia, y en la gracia que ya les ha sido dada. Pero también es verdad que ustedes no pueden hacer nada con sus propias fuerzas. Reconozcan su fragilidad, y pídanle al Señor que muestre en la debilidad de ustedes su fortaleza, para que se vea que cuando son débiles, entonces son fuertes.
Entréguenle su voluntad, su corazón, su fidelidad, y su fe, a través de sus obras. Y entréguenle también sus pecados, porque solo a través de Él ustedes pueden ser perdonados, justificados y salvados, para que tengan la vida eterna que Él ya les ha dado, y que ustedes desprecian y rechazan cada vez que cometen pecado.
Acudan al Espíritu Santo, que es la única fuente de inspiración para iluminar sus conciencias y fortalecer sus corazones, para que decidan ser fieles al amor. Yo intercedo por ustedes para que sean fieles como yo: fidelidad en la aceptación y en el cumplimiento de la voluntad de Dios. Fidelidad en el silencio y en la Palabra, en el Pesebre y en la Cruz, en la Anunciación y en el Sepulcro, en la salud y en la enfermedad, en las alegrías y en el sufrimiento, en lo próspero y en lo adverso, en la tormenta y en la calma, en la tribulación y en la paz.
Permanezcan bajo la protección de mi manto. De mi mano van por camino seguro».