MCM Jn 17, 1-11
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PARTICIPAR DE LA GLORIA DE CRISTO

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre

(Fuente: Espada de Dos Filos II, n. 91)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) 

 

Evangelio según san Juan: 17, 1-11

Padre, glorifica a tu Hijo.

 

«Hijos míos: ayúdenme a cumplir mis deseos, consiguiendo las almas de todos mis hijos para la gloria de Dios, resistiendo en la tribulación, manteniendo la calma, insistiendo en realizar, contra todo pronóstico y toda razón, las obras de Dios, que hacen mucho bien. Yo los protejo.

¡Les pido que quieran querer! Porque la salvación de las almas es por medio del perdón de los pecados, pero deben querer y deben pedir perdón, y deben querer no pecar más, y deben querer pedir los dones del Espíritu Santo, porque no podrán solos, porque mi Hijo se ha ido a donde pertenece, de donde ha venido. Pero no los deja solos, Él envía al Espíritu Santo, así como el Padre lo ha enviado a Él. Y el Espíritu es del Padre y es del Hijo, y juntos son una misma esencia que se entrega y permanece.

Mi Hijo Jesucristo ha cumplido su misión, y va al Padre para ser glorificado en Él, con la gloria que tenía antes de que el mundo existiera. Pero Él, que ha venido a buscarlos, que no ha descansado hasta encontrarlos, y que ha muerto por ustedes para salvarlos, no se irá sin ustedes, no los dejará, porque en ustedes ha sido glorificado, y se ha enamorado como un loco de ustedes, y los ha hecho uno, haciéndolos partícipes de su cruz y de su resurrección, para hacerlos partícipes también de su gloria. Él conoce a cada uno, porque son suyos, y todo lo suyo es del Padre, y lo del Padre es suyo. Él ruega al Padre por ustedes, porque los ama, seguro de que el Padre lo escucha y atiende sus súplicas, porque Él mismo los ama.

Glorifiquen al Señor, humillándose como lo hizo su esclava, que se hizo última para ser la Madre de Dios y de toda la humanidad, para que crean en Él, y sean partícipes de su eternidad».