AMAR Y DEJARSE AMAR POR CRISTO
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos I, n. 33)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
FIESTA DE SAN JUAN, APÓSTOL Y EVANGELISTA
Evangelio según san Juan: 20, 2-9
El otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro.
«Hijos míos: contemplen en el Sepulcro los lienzos empapados en la sangre preciosísima de mi Hijo crucificado, muerto y sepultado, colocados con cuidado sobre la loza para dar testimonio al mundo de la verdad.
¡Cristo está vivo! ¡Ha resucitado! No tengan miedo de creer y de llevar al mundo la verdad, que a través de una mujer ha sido anunciada, porque es así, a través de una mujer, que Cristo quiso anunciar al mundo el cumplimiento de su Palabra, en el Pesebre y en el Sepulcro. Él es el principio y el fin.
Sean ustedes como Juan, el discípulo amado, para que permanezcan al pie de la Cruz, y reconozcan el gran amor que les tiene Jesús. Recuesten la cabeza sobre su pecho, abandonándose a su Divina voluntad, sostenidos por mis brazos. Recíbanme como Madre, y llévenme a vivir con ustedes, y yo les enseñaré a amarlo, como lo amo yo.
Agradezcan que ustedes han sido elegidos para ser, no como Pedro, sino como Juan, que es el discípulo amado, que vio y creyó, y que, con Pedro, me acompaña a transmitir el amor de Dios a través de su Palabra, para que todo el que lo escuche y lo vea, crea, porque Cristo vino al mundo a morir por los que estaban muertos, cubriéndolos con su preciosa sangre para darles vida.
Amen y déjense amar por Cristo. El amor es un mandamiento, el más importante y el primero de la ley de Dios, para que todo aquel que ame y tenga ojos vea, y el que tenga oídos oiga, y cumpla la Palabra de Dios, que es una: Amor».