RECIBIR LA MISERICORDIA
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos II, n. 54)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
DOMINGO DE LA MISERICORDIA
Evangelio según san Juan: 20, 19-31
Ocho días después, se les apareció Jesús.
«Hijos míos: esta es la misericordia de Dios derramada para el mundo: que crean en Él y en Jesucristo, su único Hijo, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, encarnado en el vientre virgen y puro de mujer inmaculada, para hacerse hombre; que fue crucificado, muerto y sepultado; que descendió a los infiernos, y al tercer día resucitó de entre los muertos, y se apareció a sus discípulos para que dieran testimonio de todo esto, para que el que crea en Él tenga vida eterna; y subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre, y de nuevo será enviado; y vendrá para juzgar a vivos y a muertos.
Por tanto, el mundo será juzgado por la misericordia infinita de Dios, que es Cristo mismo, y por su justicia, a fin de que sea manifestada la misericordia antes que la justicia.
Misericordia es la Santa Iglesia Católica y Apostólica, en donde el Reino de Dios se construye para reunir a todo el pueblo de Dios en un solo pueblo santo.
Misericordia es la filiación divina, conseguida por Cristo con su muerte y su resurrección, para que sean por Él, con Él y en Él todos los hombres hijos de Dios.
Misericordia es el Espíritu Santo, que da la vida y que procede del amor del Padre y del Hijo, y con el Padre y el Hijo es un solo Dios verdadero, derramado en los corazones de los hombres, y que los fortalece en la fe, en la esperanza y en el amor, para que crean en Cristo, para que obren en Cristo, y sean salvados por la sangre derramada de Cristo, para el perdón de los pecados, y sumergidos en el agua viva que emana de su Sagrado Corazón, para hacerlos hombres nuevos y darles la vida eterna.
Misericordia es Cristo resucitado y vivo en la Eucaristía, que permanece en manos de los hombres, para alimentar a los hombres, para vivir en los corazones de los hombres, y conducirlos por la fe y las obras a la salvación, y a su resurrección en el último día.
Misericordia es la caridad de Dios, que deben recibir y entregar los hombres en comunión fraterna, para ser partícipes de la gloria de Dios.
Hijos míos: acudan a la oración, y pídanle a Jesús resucitado que les dé la disposición para abrir sus corazones a recibir su gracia y su misericordia. No pierdan la oportunidad, que siempre está vigente, de acudir al Señor y a su Divina Misericordia para convertir sus corazones a través del sacramento de la Confesión, y de participar de la obra redentora del Señor, construyendo con Él el Reino de los Cielos, por lo que ustedes alcanzan su misericordia, al derramarla haciendo obras de misericordia corporales y espirituales, porque Él ha dicho “Bienaventurados serán los misericordiosos, porque ellos recibirán misericordia”.
Yo soy Madre de Misericordia. Permanezcan en unidad conmigo y reciban la misericordia de Dios derramada en la Cruz, desde mi corazón de Madre, y reciban la paz de Cristo a través de su misericordia».