LLEVAR EL TESTIMONIO DE JESÚS AL MUNDO
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos I, n. 41)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
EL SANTÍSIMO NOMBRE DE JESÚS
Evangelio según san Juan: 1, 29-34
Este es el Cordero de Dios.
«Hijos míos: Jesús es testimonio del amor y de la misericordia de Dios. Jesús es el nombre del amor. Y por eso Dios lo exaltó y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre; para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese: ¡Jesucristo es el Señor!, para gloria de Dios Padre. Jesús es Dios con nosotros, signo de alianza, de unión, de filiación divina, en quien toda palabra de los profetas se cumple.
El Papa da testimonio de Él, y une a todos los bautizados, -cardenales y obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos, consagrados y laicos-, en el cuerpo místico de Cristo, en una misma fe, en un solo pueblo santo de Dios, en una sola Iglesia. Afuera de la Iglesia hay más hijos míos, que son ovejas que no son de este mismo redil. Pero todos son mis hijos, y yo los quiero a todos. Jesús ha entregado su vida para hacerlos hijos a todos en el Espíritu, para salvarlos a todos con su sangre y llevarlos a todos unidos en Él, a la casa del Padre.
Lleven, hijos, su testimonio de amor y misericordia al mundo, porque todos son hijos de Dios y todos son mis hijos. Crean en mi Hijo y hagan lo que Él les ha dicho, y lo que Él, con sus obras, les ha enseñado, para que su misericordia llegue a todos. La misericordia se derrama en la Cruz elevada, desde el corazón abierto de Jesús, de arriba hacia abajo, de los sacerdotes a los laicos, y de abajo hacia arriba, de los laicos a los sacerdotes, uniéndolos en el círculo del amor de Dios por el Espíritu Santo.
Que sea la oración de los laicos un torrente de sangre viva para los sacerdotes, en la entrega de mi amor, por medio de una ofrenda mutua de amor, de madres e hijos unidos por el Espíritu para la gloria de Dios, y vivifique el corazón de la Iglesia, para unir a todos mis hijos, por la misericordia divina, en un solo pueblo santo de Dios.
Todo el que da testimonio de mi Hijo da testimonio de la verdad, y todo el que da testimonio de la verdad viene de Dios, para hacer su voluntad».