SEGUIR A JESÚS
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos I, n. 43)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
Evangelio según san Juan: 1, 43-51
Tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel
«Hijos míos: Aquí tienen a su Madre. Contemplen mi imagen, y verán a los ángeles de Dios subir al cielo y bajar, subiendo las peticiones, las ofrendas, los sacrificios, las oraciones que ponen ustedes en mis manos, y bajando las gracias que Dios me da para cada uno de mis hijos, para los que piden por los que no piden, para los que piden por los demás. Llévenme a vivir con ustedes, y yo les enseñaré el camino para subir al cielo. El camino es Jesús. Él los llama, escúchenlo y síganlo.
Seguir a Jesús es caminar sobre sus huellas, dejándolo todo para seguir el camino que ha dejado trazado en la tierra el Hijo del hombre, que, siendo Dios, se despojó de sí mismo por amor, para hacerse hombre, para caminar y mostrarles el camino. Él es el camino.
Seguir a Jesús es caminar en la verdad, para conocerlo, porque Él es la verdad. Es alcanzar la vida, porque Él es la Vida. Es encontrar el amor, porque Él es el Amor. Es abrirse a la gracia y a la misericordia de Dios, porque a eso es a lo que Él ha venido, a llenarlos y a desbordarlos de su amor, de su gracia y de su misericordia, para que sean hijos de Dios.
Seguir a Jesús es hacerse corderos y seguir la voz del Pastor. Es encontrar una morada segura, para vivir por Él, con Él y en Él, en la eternidad de Dios. Es aceptar el llamado, y decirle: “sí, Jesús, yo te he escuchado”; porque cuando tú escuchas, cuando estás dispuesto a cumplir eso que escuchas, entonces dices sí, porque el llamado es muy fuerte para el que tiene oídos y oye. No lo puedes ocultar, no lo puedes esconder, no lo puedes negar. Lo reconoces, es Él, te ha llamado cuando te ha visto debajo de la higuera. Él te ha encontrado, te ha elegido, tú has dicho sí, y Él te ha invitado a seguir sus huellas, a caminar su camino, a conocer su verdad, a vivir su vida.
Seguir a Jesús es seguir al hombre y Dios, aprendiendo de Él a perfeccionar la naturaleza humana, para adquirir por Él, con Él y en Él la naturaleza divina. Es participar en la carrera para ganar la corona de la gloria con la que Él los espera, sentado a la derecha de su Padre. Es santificar su humanidad en medio del mundo, cargando la cruz de cada día.
Seguir a Jesús es caminar tomados de mi mano, porque yo soy Madre y les muestro el camino, los llevo a la verdad, para que tengan vida, porque de mi vientre inmaculado y puro nació la vida.
Seguir a Jesús es amar la cruz, y desde la cruz contemplar como hijos a su Madre, y aprender de mí a amar a Jesús. Amar a Jesús es escuchar el llamado, decir sí, dejarlo todo para seguirlo y alcanzar su plenitud».