22/01/2025

MCM Jn 2, 1-11

HACER LO QUE DICE JESÚS

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre

(Fuente: Espada de Dos Filos III, n. 9)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) 

 

Evangelio según san Juan: 2, 1-11

La primera señal milagrosa de Jesús, en Caná de Galilea.

 

«Hijos míos: Dios Padre mostró a su Hijo al mundo enviando a su Espíritu Santo. Yo lo envié al mundo para que fuera escuchado, pidiendo a los sirvientes que hagan lo que Él les diga; mostrando, por la conversión del agua en vino, el poder del Hijo, en el que Dios pone sus complacencias, y para dejar claro que, para saber lo que tienen que hacer, primero deben escucharlo.

Hagan lo que Él les diga, sin preocuparse del mañana, porque el mañana se preocupará de sí mismo. A cada día bástale su propio afán.

Algunos de ustedes, mis hijos, ya no tienen vino, no tienen disposición y humildad para abrirse a la gracia y a la misericordia. Pero ¿no estoy yo aquí que soy su Madre? 

Es tiempo de que escuchen y llenen las tinajas de agua, que es la disposición a la oración, para abrirse a la gracia y a la misericordia, para despojarse del hombre viejo y vestirse de hombre nuevo, para recibir y contener al mejor de los vinos que es Cristo. Es tiempo de renovación espiritual. Es tiempo de que hagan todo lo que Él les diga.

Escuchar lo que dice Jesús y hacer lo que Él dice es dar testimonio de la fe, y ponerla en obras. El que obedece da testimonio de vida, manifiesta en obras la fe. El que hace lo que Jesús dice, ése escucha. Y ése obedece, porque tiene su confianza puesta en el Señor, porque sabe que Dios es su Padre y le dará todo para bien, según su voluntad. El que escucha a Jesús y hace lo que Él le dice, ése está cumpliendo la voluntad de Dios. El que cumple la voluntad de Dios, ése ama, porque la voluntad de Dios está en su ley, en que lo amen a Él por sobre todas las cosas, y en que se amen los unos a los otros, como Jesús los amó.

El que quiera aprender a amar para hacer la voluntad de Dios, que escuche la palabra de Jesús y haga lo que Él le diga.

Escucha lo que te dice Jesús, y haz eso que te dice, porque Él sabe lo que te conviene, porque Él te ama y, por eso, te convierte. Pero, para escuchar, primero hay que guardar silencio, hay que disponer el corazón, y tener los oídos abiertos. La gracia es el agua transformada en el vino que te falta, y que tú no sabes pedir, pero que yo pido para ti; porque una madre siempre sabe lo que el hijo necesita, lo que al hijo le conviene, lo que es bueno; porque ella sabe que solo Dios es bueno, solo Dios es santo.

“Hagan lo que Él les diga”».