MCM Jn 3, 16-21
MCM Jn 3, 16-21
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RECIBIR LA LUZ DE LA VIDA

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre

(Fuente: Espada de Dos Filos II, n. 57)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) 

 

Evangelio según san Juan: 3, 16-21

Dios envió a su Hijo al mundo para que el mundo se salve por él.

 

«Hijos míos: Jesús ha sido enviado a traer la luz al mundo para darle vida a los hombres, porque vivían en la oscuridad, sometidos a la muerte por el pecado, en medio de las tinieblas de la mentira, por la que todos estaban condenados. Pero tanto amó Dios al mundo, que le dio a su único Hijo para salvarlos. Y lo envió a mostrar el camino, porque Él es el Camino. Y lo envió a revelar la verdad, porque Él es la Verdad. Y lo envió a darles vida a los hombres, porque Él es la Vida.

No se lamenten, hijos míos, de todo lo que les ha pasado. Miren a su Señor. A Él lo han crucificado. Pero Él está vivo, porque ha resucitado. Crean en Él, para que tengan vida eterna.

Acérquense al trono de la sabiduría, para que los llene de amor, porque no es más sabio el que sabe, sino el que ama. 

Acérquense a la fuente de luz, para que sean transformados en la luz que brilla de su costado, del que se ha derramado el amor en misericordia, porque ahí está la vida.

Reciban la luz, para que no sea rechazada por las tinieblas, sino que disipe la oscuridad e ilumine sus corazones, para que tengan vida.

Escuchen la Palabra, para que reciban la luz, y pongan en práctica en sus vidas la Palabra, para que brille en ustedes la luz con sus buenas obras.

Permanezcan unidos a mi Inmaculado Corazón, para que se mantengan en el fervor ardiente del celo apostólico de mi corazón.

Para que enciendan con el fuego de mi amor al mundo entero.

Para que en ese amor reciban la gracia y aumente su fe.

Para que pongan su fe en obras de misericordia para Cristo, a través de la oración, y al servicio de los demás.

Para que pidan para ellos la gracia de la conversión.

Para que obren en la verdad y se acerquen a la luz.

Para que los corazones fríos, de piedra, sean cambiados por corazones de carne, encendidos y calientes.

Para que los corazones tibios se arrepientan y sean reavivados en el fuego vivo del amor, y no sean arrojados al fuego del castigo eterno. 

Para que los corazones calientes permanezcan encendidos y perseveren hasta el final, y sea para ellos la justificación, por creer en la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, Rey de reyes y Señor de señores.

Para que vivan con fe, con esperanza y con caridad, en mi compañía, bajo la protección de los ángeles y los santos, en la alegría de servir a Cristo resucitado, hasta que vuelva».