ALABAR AL SEÑOR
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos II, n. 41)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
LUNES SANTO
Evangelio según san Juan: 12, 1-11
Déjala. Esto lo tenía guardado para el día de mi sepultura.
«Hijos míos: sean puros y rectos de corazón. Sean generosos en demostrar su amor a Dios, y unjan los pies de su Hijo amado con el perfume de la oración que realizan con amor, desde lo más profundo de sus corazones.
Si ustedes supieran el valor de su oración. Si ustedes supieran el poder de sus ofrendas, cuando están llenas de amor por el Señor, no desperdiciarían ni un instante, ni un momento, ni una sola oportunidad para honrar y glorificar a aquel que está a la puerta y llama, para que le abran y cenen con Él.
Ustedes tienen el poder para reparar el sagrado, maltratado, injuriado, herido, lastimado, despreciado, insultado, y doloroso Corazón de Jesús, con actos puros de amor, con sus lágrimas derramadas de arrepentimiento por la traición de su pueblo, con sacrificios y obras de misericordia, convirtiendo sus vidas en oración, para transformarse en una ofrenda constante y agradable a Dios, de ricos aromas, como el más valioso perfume.
No pierdan más tiempo para alabar y adorar el Cuerpo y la Sangre del Cordero de Dios, no sea que un día se den cuenta y se arrepientan del tiempo perdido. Renuncien al egoísmo que los encadena al mundo, y entréguenle sus vidas al que ha dado su vida por ustedes. Hagan la prueba y verán qué bueno es el Señor, entregándole lo más valioso que tienen, porque Él no se deja ganar en generosidad.
Acérquense a Jesús con un corazón contrito y humillado, con la intención de convertirse, para aprender a entregar sus vidas, amando hasta el extremo como Él, abriéndole sus almas, despojándose de sus miserias, para que Él los llene de su misericordia. No tengan miedo al amor. Antes bien, amen a Dios por sobre todas las cosas, porque el amor todo lo puede, todo lo soporta y todo lo alcanza. Y agradezcan alabándolo y adorándolo, porque Él es digno de merecer toda el honor y la gloria.
Un corazón puro es un corazón con pureza de intención, que ama, que ora, que adora a Dios con su vida, a través de sus obras, transformando todo en oración, y la oración en una constante adoración a la Sagrada Eucaristía, que es el Cuerpo y la Sangre del Cordero de Dios que quita los pecados del mundo, que salva, que purifica, que une y santifica».