AMAR HASTA EL EXTREMO
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos II, n. 44)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
EVANGELIO DEL JUEVES SANTO
Evangelio según san Juan: 13, 1-15
Los amó hasta el extremo.
«Hijos míos: el pueblo de Dios necesita muchos sacerdotes santos, verdaderos sacerdotes, instrumentos fidelísimos de Dios que administren su misericordia y lleven al mundo su palabra y su amor.
Mi Hijo Jesús se dio a sus discípulos con el ejemplo, instituyendo el sacerdocio real y ministerial, enseñándoles a amarse los unos a los otros, a obrar con humildad, y a hacerse el último, el servidor de todos. Y aun sabiendo quién lo habría de traicionar y quién lo habría de abandonar, se dio a todos.
Qué satisfacción, qué orgullo, qué alegría sentí en mi corazón de madre cuando lo vi lavando los pies de sus discípulos, sus servidores, a quienes había llamado amigos: mi Hijo estaba cumpliendo su misión, estaba dando ejemplo, dándose, entregándose, sirviendo, amando hasta el extremo, quedándose para siempre en la Eucaristía. El Hijo de Dios entregándose con toda su humanidad y su divinidad, en manos de los hombres.
Y qué impotencia sentí al ver a mi Maestro y Señor haciendo tal labor, cuando su esclava soy yo. Y quise hacerlo en su lugar. Pero entendí que Él debía sufrir su pasión redentora, que comenzaba allí, mientras yo lo acompañaba con mi oración y con el sufrimiento de mi corazón, participando de su pasión como corredentora.
Yo también compartí la Pascua con mi Hijo, y lo abracé despidiéndome de Él, para luego quedarme con las mujeres, mientras Él se iba con sus amigos. Y compartí con Él su angustia. Y lloré y oré. Y en ese abrazo entregué mi vida al Padre, en lugar de la suya. Pero Él me pidió entregarla con la suya en comunión, como una sola ofrenda y un mismo y único sacrificio. Aquí tienen a su Madre. Yo he dado la vida por ustedes, intercediendo, sirviéndolos, auxiliándolos, acompañándolos, fortaleciéndolos y protegiéndolos.
El Señor les ha lavado los pies para enseñarles lo que ustedes deben de hacer, para que aprendan a amar hasta el extremo, como Él. Déjense lavar los pies, déjense limpiar por Él, porque Él es quien los hace dignos, les da un mandamiento nuevo, los ama hasta el extremo, los perdona y los llena de su amor y de su misericordia, para que ustedes vayan y hagan lo mismo».