RECIBIR AL ESPÍRITU SANTO
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos II, n. 76)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
Evangelio según san Juan: 14, 21-26
El Espíritu Santo, que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas.
«Hijos míos: el amor de Dios se ha derramado en misericordia para el mundo, a través de Cristo. Abran sus corazones, para que reciban al amor, para que puedan dar amor, para que llenos del amor derramado por el Espíritu Santo, pongan su fe por obra con este amor, porque nadie puede dar lo que no tiene. El amor es paciente, es amable, no es envidioso, no es jactancioso, no busca su interés, no se irrita, se alegra con la verdad. Todo lo excusa, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no acaba nunca, el amor es para siempre.
El Espíritu Santo es el amor del Padre y del Hijo. ¡Recíbanlo! Dejen actuar en ustedes al Espíritu Santo, para que les enseñe y les recuerde todas las cosas. Invóquenlo, reconózcanlo como verdadero Dios, tercera persona de la Santísima Trinidad, Dios verdadero, uno y trino. Pídanle que ilumine sus mentes, sus almas y sus corazones, para que amen a Dios por sobre todas las cosas.
El Espíritu Santo es el Espíritu de amor por el que Dios se dona al mundo, a través de la misericordia derramada por Cristo en la cruz. Por tanto, el que recibe al Espíritu Santo, recibe al Padre y recibe a Jesús.
El Espíritu Santo es quien les enseña los mandamientos, y les da la gracia para aceptarlos y cumplirlos, porque les da el amor. El que tiene amor, ama. Y el que ama al Hijo cumple la Palabra de Dios, y a ese, el Padre lo ama y viene a él, con el Hijo y con el Espíritu Santo, para hacer su morada en él.
Oren conmigo, para que sea derramado el amor por el Espíritu, y con los ángeles y los santos alabemos, adoremos y glorifiquemos a la presencia viva del amor, que une, que alimenta, que salva, que es ofrenda y gratuidad, que es el sacrificio, el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de mi Hijo, que es Cristo, que es Eucaristía, y que, unido en el amor al Padre por el Espíritu, es el único Dios verdadero por el que se vive. Pídanle al Espíritu Santo, que se derrame en ustedes, para que busquen a Cristo, para que encuentren a Cristo, para que amen a Cristo».