24/01/2025

MCM Jn 14, 27-31

RECIBIR LA PAZ DE CRISTO

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre 

(Fuente: Espada de Dos Filos II, n. 77)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) 

 

Evangelio según san Juan: 14, 27-31

Les doy mi paz.

 

«Hijos míos: yo soy Madre de Gracia, Madre de Misericordia, Madre de la Paz. Reciban mi paz, que es el tesoro de mi corazón para el mundo. ¿Saben, hijos míos, qué es la paz de mi corazón? Es ese estado del alma en el que se vive haciendo la voluntad de Dios. Se respira a Cristo, se siente el amor del Padre y del Hijo, que es el Espíritu Santo, derramado en el corazón de aquel que conoce la verdad, ama la verdad, vive en la verdad, y con su vida glorifica a Dios. Es la paz de vivir en Cristo. La paz se recibe en la pureza del corazón, y permanece al obrar con pureza de intención, con misericordia, con virtud, con fe, con esperanza y con caridad. 

Mi deseo es que reine la paz en el mundo. La paz de Cristo está con ustedes. Paz interior que se manifiesta en servicio y en alegría; que se demuestra al actuar con serenidad ante cualquier situación; que demuestra al mundo su confianza, su fe, su esperanza y su amor. Paz interior, deseada y esperada por muchos, que la buscan en el mundo sin encontrarla, porque la paz interior se las da Cristo; pero no se las da como la da el mundo, que es pasajera y se establece después de una guerra; la paz de Dios permanece, a pesar de la guerra.

Deténganse, hijos míos, hagan un alto en su camino, rectifiquen, arrepiéntanse y vuelvan sus pasos; porque, si han perdido la paz, han perdido el buen camino. Si caminan en la oscuridad y no ven la luz, es que en algún momento han elegido las tinieblas y han despreciado la luz.

Acérquense a la oración y al sacramento de la confesión para recibir la paz. Invoquen al Espíritu Santo, y pídanle la disposición para abrir sus corazones; reciban la paz y llévenla a los demás, no como la da el mundo, sino con el amor de Cristo.

La paz se da, se recibe, se atesora, se conserva, y se comparte a través de la misericordia. Vivan de manera que, cuando los vean, vean a Jesús, para que lo encuentren, para que crean en Él, para que lo conozcan, para que lo amen, para que vivan en Él, para que reciban su paz; y para que, por Él, con Él y en Él, lleven la paz de Cristo al mundo entero, a través de obras de misericordia».