MCM Jn 15, 18-21
MCM Jn 15, 18-21
00:00
00:00

PADECER CON CRISTO

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre

(Fuente: Espada de Dos Filos II, n. 81)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) 

 

Evangelio según san Juan: 15, 18-21

El siervo no es superior a su señor. Si a mí me han perseguido, también a ustedes los perseguirán.

 

«Hijos míos: Yo soy la esclava del Señor y lo sirvo. Yo dije sí, y el Señor hizo en mí según su Palabra: me hizo Madre. Yo soy la última, la servidora de todos. Y Dios me ha hecho primera en el Reino de los Cielos: Madre de Dios para servirlo como Madre de la Iglesia. Yo medito todo esto en mi corazón y todo lo hago por amor de Dios.

El ejemplo del comportamiento de un discípulo de Cristo lo ha puesto Él mismo. El ejemplo es el servicio. Servirse unos a otros, amarse los unos a los otros, dar la vida por los amigos. Eso es el ejemplo que Él les ha dado, para que todos ustedes hagan lo mismo, porque no es más el siervo que su amo. Y ¿qué es el servicio sino obras de misericordia? Jesús nos sirve, nos enseña, nos da ejemplo para servir a Dios.

Cristo, siendo Rey, ha sido odiado y despreciado por el mundo, porque su Reino no es de este mundo. Él, siendo Dios, ha sido perseguido, golpeado, calumniado, juzgado y crucificado, porque el mundo ha preferido las tinieblas a la luz. Aprendan de Él, para que sean como Él, porque Él es su modelo para llegar al cielo. No pretendan ser más que el Señor, y ser mejores que el Maestro, porque la soberbia es el mayor de los pecados, porque los arrastra a la desobediencia, que los separa de Dios y los lleva a la muerte.

Alégrense cuando sean perseguidos y calumniados por su causa, porque su premio será grande en el Reino de los Cielos. Tengan valor de renunciar a ustedes mismos, tomen su cruz de cada día con alegría y sigan al Señor. Alégrense, porque Él confía en ustedes. Él ha dado su vida por ustedes, porque los ama. Y ustedes, ¿qué harán por Él?

Acudan a mi auxilio, para que les ayude a entregar su voluntad a la voluntad de Dios. Abran sus corazones a recibir el amor de Cristo, y renuévense, para que permanezcan en la fidelidad al amigo fiel que nunca traiciona. Dichosos los perseguidos por su causa».