24/01/2025

MCM Jn 20, 11-18

DEJARSE ENCONTRAR

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre

(Fuente: Espada de Dos Filos II, n. 49)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) 

 

Evangelio según san Juan: 20, 11-18

He visto al Señor y me ha dado este mensaje.

 

«Hijos míos: alégrense, porque el Señor está aquí. Ustedes lo han buscado, pero Él es el que los ha encontrado. ¡Cristo está vivo! Y ha salido a su encuentro, para quedarse con ustedes. ¡Abran sus ojos para que lo vean! Y reconozcan al Señor en sus hermanos. Es así como Él sale a su encuentro, y los llama por su nombre, porque los conoce desde antes de nacer.

Él es Cristo, Buen Pastor, que conoce a sus ovejas, y ellas lo conocen a Él. Y las llama para que lo sigan, para llevarlas al Padre. Pero primero sube Él. No busquen entre los muertos al que está vivo. Déjense encontrar por Él. Escuchen su Palabra, reconózcanlo, caminen con Él, sabiendo que Él es el camino. La Palabra de Dios es viva y eficaz, y da testimonio de sí mismo.

Demuestren su alegría, profesando su fe y haciendo obras de misericordia, sabiendo que Jesús está en su Padre, que es Padre de ustedes; y en su Dios, que es Dios de ustedes, y que también está en ustedes, porque se ha quedado para el mundo, para que ustedes salgan al encuentro de los necesitados, y consuelen al triste, y den de comer al hambriento.

Participen en la resurrección del que estaba muerto y ha vuelto a la vida. Y vivan con alegría, acudiendo al encuentro con Cristo resucitado y vivo en la Eucaristía. Los ha ganado para Él, porque estaban perdidos y Él los ha encontrado; porque estaban muertos, y Él los ha resucitado.

Que sea su alegría el testimonio de su fe, sirviendo a los demás, reunidos en un solo rebaño y con un solo pastor: el Buen Pastor, Cristo, el Redentor crucificado y resucitado, que ha traído al mundo la salvación.

Él es el Camino, la Verdad y la Vida.

Reconózcanlo cada vez que vean al sacerdote partir el pan y diga “esta es mi carne”; y cada vez que eleve el vino y diga “esta es mi sangre”. Es Cristo vivo, y los llama por su nombre.

Permanezcan conmigo en la fe y en la esperanza, adorando a mi Hijo. Reciban mi auxilio de Madre, para que, a través de la oración y de su fe puesta en obras, demuestren mucho amor al Cristo muerto, resucitado y vivo. Yo intercedo por ustedes, para que el celo por la casa del Padre los devore. Celo apostólico para construir el Reino de Dios, para pedir constantemente los dones del Espíritu Santo, y las gracias para su propia santidad, para conseguir hombres y mujeres que sean verdaderos apóstoles de Cristo, que transmitan su mensaje».