PERMANECER UNIDOS EN LA PAZ DEL ESPÍRITU SANTO
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos II, n. 94)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
Evangelio según san Juan: 21, 15-19
Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas.
«Hijos míos: yo los reúno bajo la protección de mi manto, para que permanezcan unidos para recibir al Espíritu Santo, que vendrá como lenguas de fuego bajado del cielo, e infundirá en sus corazones los Dones de Dios, para caminar en el camino de santidad, que es Cristo. Él pregunta: ¿me amas? Se lo pregunta a Pedro y a cada una de las ovejas de su rebaño. Y está esperando a que le contesten.
“Te amo”. Qué palabras tan sencillas, pero tan profundas, y con tanto significado.
“Te amo”. Qué palabras tan hermosas y fáciles de escuchar, pero tan difíciles de pronunciar.
“Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo”. Es verdad que lo sabe, pero le gusta que se lo digan, y que se lo demuestren, porque la boca habla de lo que hay en el corazón, y las obras lo manifiestan.
“Te amo, Jesús, te amo”. Díganselo muchas veces. Sabia jaculatoria, que expresa en sí misma toda alabanza y gloria. Y demuéstrenselo permaneciendo unidos en su rebaño, dejándose conducir con docilidad al manantial de agua viva, para tener vida, alimentándose con el pan vivo bajado del Cielo, que es alimento de vida eterna, que los apacienta porque los sacia con su gracia.
Deténganse y rectifiquen el camino que los aleja de su vida de piedad para sumergirlos en el activismo que ocupa sus mentes, su tiempo y sus corazones; que llena sus vidas de muchas cosas, pero se siente vacía, porque muchas cosas son importantes, pero solo una es necesaria.
Vuelvan a la oración. Vuelvan al diálogo con el Señor. Vuelvan al Sagrario, y llénense de su amor, para que puedan decirle: “te amo, Jesús, te amo”, con palabras que salen de sus bocas, pero que provienen del corazón.
Amen a Jesús, y díganselo con palabras y con obras de amor, perseverando con fe, con esperanza y con caridad, en la fidelidad a su amistad. Reciban la paz del Espíritu Santo. Glorifiquen al Señor con sus vidas, y síganlo».