24/01/2025

MCM Jn 21, 20-25

INVOCAR AL ESPÍRITU SANTO

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre

(Fuente: Espada de Dos Filos II, n. 95)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) 

 

Evangelio según san Juan: 21, 20-25

Este es el discípulo que ha escrito estas cosas, y su testimonio es verdadero.

 

«Hijos míos: el Espíritu Santo, que es Dios verdadero de Dios verdadero, intercederá por ustedes, pidiendo lo que les conviene con gemidos inenarrables, que el Padre comprende. Todo lo que ustedes pidan en el nombre de mi Hijo les será concedido.

Es el Espíritu Santo el que une, el que consuela, el que santifica, el dador de vida, el que enciende los corazones, el que da luz, el que sana, el que inspira, el dador de dones, el que lava y vivifica, el que pide lo que necesitan y no saben pedir.

Es el que espera con paciencia que la voluntad le sea entregada para doblegar la soberbia, y actuar y transformar el corazón, para unirlo y hacerlo uno solo en Cristo.

Es el que se posa para encender de fuego el alma para conducir otras almas a Dios. Efusión infinita de amor que alberga el espíritu, uniéndolo en uno solo en Cristo.

Es, por tanto, el consolador que renueva, que fortalece, que concede la unidad de vida.

Entreguen su voluntad y permanezcan dispuestos a recibir los dones, frutos y carismas que no saben pedir, pero que el Espíritu Santo concede a los corazones que los desean, para ponerlos al servicio de los demás, para gloria de Dios. Dones de Sabiduría, Entendimiento, Consejo, Fortaleza, Ciencia, Piedad y Temor de Dios. Frutos de Caridad, Gozo, Paz, Paciencia, Longanimidad, Bondad, Benignidad, Mansedumbre, Fidelidad, Modestia, Continencia, Castidad. Carismas que generen la armonía y la unidad para la edificación del cuerpo de Cristo.

Acompáñenme y oremos juntos para que el Espíritu Santo los reúna en torno a mí, para que sean consagrados a mi Inmaculado Corazón y, en esta disposición, yo interceda ante el Espíritu Santo para que reciban todo lo que les conviene, y tengan la fuerza de dar a Jesús una respuesta concreta, acompañada de pasos decididos detrás de Él, siguiendo sus huellas en el camino, cuando Él les dice “sígueme”».