MCM Mt 23, 1-12
MCM Mt 23, 1-12
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APRENDER DEL MAESTRO

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre 

(Fuente: Espada de Dos Filos II, n. 14)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) 

 

Evangelio según san Mateo: 23, 1-12 

Los fariseos dicen una cosa y hacen otra.

 

«Hijos míos: Jesús es su único Maestro. Ustedes son sus discípulos y Él les dice que el mayor de entre ustedes sea su servidor, porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. Y les enseña con el ejemplo, porque Él hace lo que dice.

Él es el único Señor. Él es su único guía, porque Él es el Camino. Él es su único Dios, porque Él es Hijo verdadero del único Dios verdadero, al que ustedes llaman Padre, porque los ha hecho verdaderos hijos por la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Él es el Salvador. Él es el Redentor. Él es la Vida.

Escuchen a su Maestro, y aprendan de Él, siguiendo su ejemplo, haciendo lo que Él les dice. Y acepten su cruz, como Él aceptó su cruz, porque no es más el discípulo que su maestro. El Señor no vino a ser servido, sino a servir. Él es, por su propia voluntad, servidor de los hombres. Y los enseña a amar entregando su vida, porque nadie tiene un amor más grande que el que da la vida por sus amigos. 

El Maestro ha venido al mundo a servir a los hombres, para divinizarlos, para hacerlos suyos, para amarlos en la eternidad de su cielo, compartiendo su paraíso. Eso es lo que ha venido a enseñarles. Y ha venido a aprender a ser como los hombres, en todo, menos en el pecado, para enseñarle a los hombres a ser como Él: hombre y Dios.

Y les muestra un rostro humano, desfigurado por el pecado; y les muestra un rostro crucificado, muerto, en el que ha destruido el pecado; y les muestra un rostro vivo de hombre y Dios, resucitado y glorificado, lleno de gracia para ustedes, porque donde abundó el pecado sobreabundó la gracia.

Aprendan del Maestro a glorificar a Dios, y humíllense sirviendo a sus hermanos, porque grande es el poder de Dios, y es glorificado en los humildes. Humíllense y serán enaltecidos, porque el que se humilla honra a su Padre, y el que honra a su Padre es escuchado. Pero aprendan de su Maestro, y hagan oración, porque con sus buenas obras glorifican al Padre, y el Padre escucha sus oraciones. Imiten en todo a su Maestro, y sirvan a sus hermanos en la alegría de servirlo a Él.

Síganlo, conózcanlo, ámenlo, sírvanlo, imítenlo, y déjense amar por Él, para que sean en todo igual a su Maestro. Su único modelo es Él: su Maestro, su Guía, su Hermano, su Padre, su Pastor: Jesucristo, su único Amo, Rey y Señor.

Acompáñame, y oremos, para que amen, como los ama Él; para que den, como les da Él; para que perdonen, como perdona Él; para que se humillen, como se humilla Él; para que sufran, como sufre Él; para que vivan en la alegría, como lo hace Él; para que entreguen su voluntad al Padre, como les ha enseñado Él; para que en cada Eucaristía vean su misericordia y su justicia».