07/02/2025

MCM Mt 25, 31-46

OBRAR CON MISERICORDIA Y CON JUSTICIA

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre 

(Fuente: Espada de Dos Filos II, n. 6)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) 

 

Evangelio según san Mateo: 25, 31-46 

Cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron.

 

«Hijos míos: adoren al Rey de la Eterna Gloria. Como ha venido, vendrá. Él ha venido a traer misericordia, pero entonces justicia traerá. El que no se convierta perecerá; pero alégrense, porque todo el que crea se salvará. Pero el que crea en Él y en su bondad, también debe creer en su justicia.

El que es justo obra con misericordia. Las obras de misericordia son el amor manifestado por el mismo Dios vivo, que obra con su Santo Espíritu a través de los hombres. El amor se manifiesta en obras concretas que justifican a los hombres en la fe y en la voluntad de Dios.

Cristo está en los demás, en cada uno. Cada alma es su morada. Cada uno es templo del Espíritu Santo. En cada uno, Él les da la oportunidad de servirlo, y de ser, a través del servicio, un santo, por Él, con Él y en Él.

No desprecien ni al más poderoso, ni al más pequeño, ni al más pecador, ni al más bueno. Todos son parte de la viña del Señor.

Él, que un día vino a buscar no a los justos sino a los pecadores, volverá un día a buscar a los justos, y a separarlos de los pecadores. A unos los pondrá a la derecha y les dirá: “vengan benditos de mi Padre, porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber”. Y a otros los pondrá a la izquierda, y les dirá: “apártense de mí, malditos, porque tuve hambre y no me dieron de comer, tuve sed y no me dieron de beber”. 

De la misma manera que hay que estar preparados para recibir la Comunión eucarística, hay que estar preparados para la venida definitiva del Hijo del hombre. Y de la misma manera que la Comunión santifica –pero si están en pecado grave se condenan–, de la misma forma la venida de Cristo al mundo será para unos alegría y gloria, y para otros será terror y condena. 

Y así como la Comunión es personal y particular, íntima e individual, así debe ser la oración. Así será la venida del Hijo del hombre: un encuentro definitivo con cada uno en lo personal, en lo particular, en la intimidad, porque cada uno fue creado único e irrepetible, a imagen y semejanza de Dios.

Yo soy Madre, y me muestro Madre para que reciban la misericordia, para que tomen conciencia y se arrepientan y crean, para que obedezcan y cumplan la ley de Dios, para que vuelva el orden al mundo, y sea como Él lo creó: un solo rebaño y un solo Pastor, una sola Iglesia, un solo pueblo Santo de Dios».