05/02/2025

MCM Mt 5, 17-19

VIVIR EN PLENITUD

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre

(Fuente: Espada de Dos Filos II, n. 22)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) 

 

Evangelio según san Mateo: 5, 17-19 

No he venido a abolir la ley o los profetas; sino a darles plenitud.

 

«Hijos míos: la Palabra de Dios se cumplirá hasta la última letra. La Palabra de Dios es su ley. La Palabra de Dios es su Hijo unigénito. La Palabra de Dios es Cristo, el Verbo hecho carne, la Luz que vino al mundo y el mundo no recibió. Y aun así, dándole plenitud a su ley, lo salvó. La plenitud de la ley es el amor de Dios, derramado en misericordia para el mundo. La Palabra es Él. El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. 

Mi belleza es solo el reflejo de la Palabra de Dios encarnada en mi vientre. Yo soy la primera en cumplir la ley en plenitud, amando a Dios como Él, amando a mis hijos con el amor de Él, en la plenitud de la fe, de la esperanza y el amor.

Es tiempo de plenitud, de poner la Palabra por obra; de creer en la Palabra de mi Hijo, que trajo plenitud a la ley dada por los profetas; de escucharla y de ponerla por obra. Es mi Hijo Jesucristo quien ha venido a traer la gracia y verdad, para darle plenitud a la ley: la plenitud del amor.

Alcanzar la plenitud en la vida es vivir conscientemente en el Amor de Dios, y hacerlo todo, absolutamente todo, por ese amor. Es ahí donde radica toda la felicidad. Es por eso que la felicidad no se puede comprar, porque Dios no se vende. Dios es amor. Él es la felicidad absoluta. No hay nada que el mundo pueda ofrecer a ustedes que se asemeje, ni siquiera un poquito, a la felicidad eterna que les espera cuando Él comparta con ustedes su gloria.

Cielos y tierra pasarán, pero la Palabra de Dios no pasará, porque son palabras de verdad, son palabras de vida, es la ley que les revela la verdad para que obedezcan y tengan vida eterna, como eterna es su Palabra. Porque Él, siendo Dios se hizo hombre, y vino al mundo, no a abolir la ley sino a cumplirla y a darle plenitud, y se mostró al mundo tal y como es: hombre verdadero y Dios verdadero, para que lo conocieran, y así, conocieran su Palabra y entendieran que Él es el Cristo, y Cristo es la Palabra de Dios, el Verbo encarnado, que vino al mundo para ser crucificado, muerto y resucitado, y cumplir así hasta la última letra de la ley, dándole en su Cruz la plenitud, amando hasta el extremo, porque nadie tiene un amor más grande que el que da la vida por sus amigos.

La Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que una espada de dos filos, y penetra hasta lo más profundo del ser, hasta la división entre alma y espíritu, articulaciones y médulas, y discierne sentimientos y pensamientos del corazón. No hay creatura invisible para ella. Todo está desnudo y patente ante los ojos de aquel ante quien rendirán cuentas.

Amen al Señor su Dios con toda su alma, con toda su mente, con todas sus fuerzas, y al prójimo como a ustedes mismos. En esto se resume la ley y los profetas, y en este amor alcanza la ley su plenitud».