GANAR LA GUERRA
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos IV, n. 22)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
Evangelio según san Mateo: 10, 34-11, 1
No he venido a traer la paz, sino la guerra
«Hijos míos: Jesús no ha venido al mundo a traer la paz, sino la misericordia, perdonando los pecados y corrigiendo al que se equivoca, soportando con paciencia los errores de los demás, derribando del trono a los poderosos y exaltando a los humildes, revelando su verdad, no a los sabios y letrados, sino a los pequeños y sencillos, desacomodando a los cómodos y a los resignados, hiriéndolos con su Palabra, que es como espada de dos filos.
A muchos les falta fe. Tienen mi protección, y la de los ángeles y los santos, pero les falta fe. Yo intercedo por todos mis hijos, para que aumente su fe. Para que, ante la tentación y el pecado, conserven la humildad para reconocer su pequeñez, y descubrir en ellos la fortaleza de Cristo.
Hijos míos, permanezcan conmigo. Yo les daré este tesoro: mi longanimidad, para obrar con rectitud de intención y con constancia, para vivir con fe y esperanza, confiando en Dios, para tomar su cruz y seguir a Jesús, para perseverar, aun cuando sientan que las fuerzas no les alcanzan y su pequeñez les abrume; aun cuando no entiendan, y los planes de Dios les parezcan locura divina; aun cuando el camino sea largo, incomprensible e incierto, y de ustedes se requiera la paciencia de los santos.
Yo llevo en mis brazos al Cordero de Dios, que ha sido entregado puro y sin mancha para el sacrificio de Dios, para la alianza entre los hombres y Dios, para hacerlos hijos del Padre en el Hijo, en unidad con el Espíritu Santo. Por tanto, la guerra de Cristo es contra los enemigos de ustedes y contra sus traiciones, contra sus tentaciones y las malas pasiones, que los atormentan, que los turban, que los inquietan, que los confunden, y que les quitan la paz.
Él ha venido al mundo a dar su vida por ustedes, para rescatarlos, para salvarlos, para conquistarlos, para ganarles la vida destruyendo la muerte, crucificando el pecado, sanando la herida que el pecado dejó en ustedes, haciéndolos dignos de seguirlo, cargando su cruz de cada día, con alegría. El Señor está con ustedes, en medio de la guerra, para que tengan paz en Él, porque Él ha vencido al mundo».