DEJARSE GUIAR HACIA PUERTO SEGURO
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos VII, n.3)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
FIESTA DE NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN
Evangelio según san Mateo: 12, 46-50
Señalando a sus discípulos, dijo: Estos son mi madre y mis hermanos.
«Hijos míos: yo soy como el faro que lleva la luz en medio de la oscuridad, para guiar, para corregir el rumbo, para llegar a puerto seguro. Llevo en mis brazos a mi Hijo, para darles luz y llamar su atención, para mostrarles el camino, para que naveguen en la verdad y vivan en plenitud.
Quiero que volteen a verme, y los conduciré a Jesús.
Este niño es Dios, todopoderoso, omnipotente, omnipresente y eterno, que se ha hecho frágil y pequeño para ser igual en todo como los hombres, menos en el pecado.
Y se ha abandonado en la confianza de un vientre humano, en la debilidad de la necesidad de ayuda, en la dependencia de un ser a quien Él mismo ha creado, dependiendo de su voluntad y de sus cuidados, para crecer, para alimentarse, para aprender a ser un hombre, para entregarse y morir como hombre en manos de los hombres, para el perdón de los pecados y la salvación del mundo.
Y es oveja que se deja guiar por la madre que eligió, por el padre que escogió.
Y es pastor que guía a su rebaño, que Él mismo llamó su madre y sus hermanos, pues todo el que cumple la voluntad del Padre, que está en los Cielos, ese es su hermano, su hermana y su madre.
Yo les doy este tesoro de mi corazón: mi silencio, para que puedan escuchar y sean almas contemplativas en medio del mundo. Silencio para conducirlos al monte alto, que es la oración en la presencia de Cristo, para que escuchen su Palabra y hagan su voluntad. Porque la salvación está al alcance de todos, pero solo serán dignos los que el mismo Cristo ha constituido como su madre y sus hermanos.
Acompáñenme, y mediten conmigo todas las cosas de mi corazón, para que oren y obren siempre en la presencia de Dios.
Los medios de salvación les han sido dados por los Sacramentos. Usen mi Escapulario, como signo de devoción y Consagración a mi Inmaculado Corazón, por lo que yo consigo para ustedes abundantes gracias. Que sea un signo de mi amor y mi presencia constante, porque es un signo de misericordia, por el que yo les prometo mi ayuda para alcanzarles la gracia necesaria para su salvación. Yo los bendigo».