SEGUIR A CRISTO
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos IV, n. 53)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
Evangelio según san Mateo: 16, 24-28
El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga.
«Hijos míos: la cruz es símbolo del amor de Dios a los hombres, que por un solo hombre ha redimido a todos, que es el Hijo, en unión con el Padre, por el Espíritu Santo: un solo Dios verdadero; y es por este sacrificio que ha hecho nuevas todas las cosas.
Pero ahora miro lo que hay en el corazón de ustedes, hijos míos, que están tan ocupados queriendo vivir en el mundo, queriendo conquistar el mundo, queriendo ganar el mundo con sus pocas fuerzas, con su poca inteligencia y con su prepotencia; que no se dan cuenta que el mundo los tiene dominados, cautivos, presos. El único salvador y redentor es Cristo.
Algunos de ustedes no saben orar, no dedican tiempo para orar, no se dejan amar, no reciben lo que yo les quiero dar, no aceptan su debilidad. Yo intercedo por ustedes para que sepan vaciarse del mundo y se dejen llenar de amor. Yo quiero que aprendan la verdad: que al morir al mundo es cuando encuentran la vida; que al renunciar a sí mismos es como mueren al mundo, y al encontrar a Cristo es como tienen vida; que es en la oración el encuentro, y abrir los oídos del alma es escuchar con el corazón en el silencio del interior, en donde se vive y en donde se ama, porque es Cristo el tesoro que llevan dentro.
Yo ruego al Padre para que renuncien a ustedes mismos y entreguen su voluntad, y acepten con valor la voluntad de Dios, para que en esa voluntad abracen su cruz cada día; para que en esa cruz encuentren el camino que es vida; para que encuentren a Cristo y lo sigan. Quiero que por mi amor encuentren la misericordia en la oración; en el Rosario la esperanza; y la fe en la Consagración a mi Inmaculado Corazón. Al que venga a mí yo le daré la devoción, la disposición y la gracia para el encuentro con Cristo en cada oración, para que Él les muestre el camino y les dé la fuerza para seguirlo.
Reflexionen en cómo viven su vida ordinaria, y su vida de oración. Vida solo hay una, y se vive en unidad, escuchando la Palabra de Dios y poniéndola en práctica para hacer su voluntad. Yo los acompaño, y los auxilio en la perseverancia».