07/02/2025

MCM Mt 18, 21-19, 1

PERDONAR Y SER PERDONADOS

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre

(Fuente: Espada de Dos Filos IV, n. 61)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) 

 

Evangelio según san Mateo: 18, 21-19, 1

No te digo que perdones siete veces, sino setenta veces siete

 

«Hijos míos: Jesús es la misericordia misma. Ha derramado su sangre hasta la última gota, cuando una sola gota habría bastado para redimir al mundo entero. No ha guardado nada para sí mismo. Lo ha entregado todo, hasta su espíritu.

Y yo he perdonado a los que lo persiguieron desde su nacimiento, los que lo despreciaron, los que lo desterraron, los que lo juzgaron, los que lo criticaron, los que no lo entendieron y lo dieron por loco, los que no creyeron en que Él es la verdad anunciada por Juan el Bautista, los que le dijeron no, y no lo siguieron. A los que quisieron tentarlo y evitar su Cruz; los que lo traicionaron, lo golpearon, se burlaron de Él, poniendo una corona de burla sobre su cabeza; los que abrieron su piel sin piedad. También por ellos derramé mis lágrimas, porque sabía que esos eran a los que mi Hijo quería, porque había venido a buscar no a justos, sino a pecadores. Y a los que lo hicieron caminar con la Cruz a cuestas, y lo hicieron levantarse cuando ya no podía más. También perdoné a los que lo desnudaron sin piedad, lo clavaron y lo crucificaron. Y a los que lo negaron y se burlaron de la majestad escondida en ese cuerpo vestido de sangre. Y perdoné a los que hirieron más mi corazón que cualquiera de ellos: sus hermanos, los que lo abandonaron, sabiendo que era el Hijo de Dios, y prefirieron salvar sus vidas, sin darse cuenta que las perdían. Y perdoné a los que aun después de la resurrección de mi Hijo, por no ver no creían, pero también y más, a los que viendo no veían.

Y aquí estoy, perdonando exactamente por lo mismo a muchos de mis hijos hoy.

No hay pecado tan grande que el hombre cometa y que la misericordia de Dios no perdone. Pero a los necios y a los hipócritas, como a los tibios, los vomita de su boca.

Sean compasivos y misericordiosos, como el Padre que está en el Cielo es compasivo y misericordioso. Sean perfectos, como el Padre que está en el Cielo es perfecto. Sean justos, y traten a los demás como quieran que ellos los traten a ustedes, porque en la misma medida que ustedes midan serán medidos. Perdonen de corazón a sus hermanos y serán perdonados. Hagan el bien y rechacen el mal. Acudan al sacramento de la reconciliación y pidan perdón. Y tengan compasión de los que les piden a ustedes perdón, tantas veces como sea necesario. Justo solo hay uno: el Señor. Y, sin embargo, Él no ha venido a traer su justicia, sino su misericordia.

Yo soy madre de perdón, de auxilio, de compasión, de piedad, de reconciliación y de la gracia. Permanezcan junto a mí. Yo soy la Madre de la misericordia».