DECIR SÍ
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos VII, n. 22)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
FIESTA DE LA NATIVIDAD DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
Evangelio según san Mateo: 1, 18-23
Ella ha concebido por obra del Espíritu Santo.
«Hijos míos: yo nací inmaculada y pura, y fui concebida en la fe, sin mancha ni pecado, por un sí, para que, siendo virgen, concibiera por obra del Espíritu Santo, para dar a luz un hijo, y ser la Madre de Dios. Pero en la libertad de mi propia voluntad, para decir sí, hágase en mí la voluntad de Dios. Y le dije “sí, hágase en mí según tu palabra”. Y se hizo, y se hace, y se hará. Porque el Verbo, que se hizo carne y habitó entre los hombres, es el mismo ayer, hoy y siempre.
Yo intercedo para que ustedes aprendan a decir sí constantemente, convirtiendo su vida en un sí como el mío, para renovar sus almas. Sí a amar a Dios por sobre todas las cosas, rechazando todo apego al pecado, incluso al venial; sí a amarse unos a otros, como mi Hijo los amó; sí a vivir una vida de virtud y santidad.
Imiten mi sí, el sí de María, que confía, que se abandona, que obedece, y que dice: “hágase en mí, Señor, según tu voluntad”. Que no duda, pero que pregunta: “¿y cómo será esto?”. Y en esas palabras se expresa la verdad que manifiesta la grandeza de su humildad, en esa pequeña criatura que se sabe indigna, pero que se sabe pura, se sabe sierva, y se hace esclava, mientras el Espíritu Santo la hace madre, la hace digna y la mantiene pura. El sí de María, que recibe y acepta en su propio seno al Hijo de Dios.
Unan su sí a mi sí, el sí de María, por el que renuncian a ustedes mismos, para tomar su cruz, para seguir a aquel por quien ha nacido la salvación para el mundo, y de la cual, por ese sí los hace parte, cuando confían, se abandonan y obedecen a la voluntad de Dios, poniendo su fe por obra, sin dudar del poder de Dios que obra en ustedes.
Yo los llamo a ser partícipes de mi sí, diciendo sí a la vida. Aprendan a imitar mi sí constante, que es un sí a la fe, a la esperanza y a la caridad, que lleva la disposición del corazón a la fidelidad y la obediencia, para renovar sus almas y alcanzar la santidad en Dios Hijo, para la gloria de Dios Padre, porque a quienes predestina los llama, a quienes llama los justifica, y a quienes justifica los glorifica».
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