CONVERTIRSE Y CREER PARA TENER VIDA
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos I, n. 8)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
Evangelio según san Mateo: 3, 1-12
Conviértanse, porque ya está cerca el Reino de los Cielos.
«Hijos míos: conviértanse, porque ya está cerca el Reino de los Cielos. Corrijan el camino.
Muchos profetas fueron enviados antes de mi Hijo Jesucristo, para anunciar su venida, para encontrar y señalar el camino, para enseñar y para preparar al mundo para el acontecimiento más importante de todos los tiempos: el nacimiento de Dios hecho hombre, Dios todopoderoso y eterno bajado del cielo, encarnado en mi vientre puro e inmaculado, creado así para ser perfecta morada del Salvador.
Así como muchos anunciaron su nacimiento, así otros anuncian que el Hijo de Dios, que se hizo hombre para habitar entre los hombres, está a la puerta y llama.
Compadezcan a su Madre, que sufre tanto por la indiferencia de sus hijos a la gracia y la misericordia de Dios. El tiempo está cerca y el amor de Jesús se desborda para conseguir hacer suyo todo lo que le pertenece.
La vida es Cristo. Abran sus conciencias a la vida, porque todo lo que los aleja de la vida los acerca a la muerte, lo que los aleja de la verdad los acerca a la mentira, lo que los aleja de la luz los acerca a la oscuridad.
Algunos no quieren creer, prefieren vivir en la mentira y quedarse afuera cuando se cierre la puerta, porque eligen no creer.
Las señales son claras: un niño en un pesebre, que crece y que invita a descubrir la vida a través del bautismo, no con agua sino con el Espíritu Santo; que invita a caminar con Él para hacer sus obras, para ver milagros. El que no permanece en Él es desechado fuera, es arrojado al fuego, porque el que no está con Él, está contra Él.
Crean que Jesús está vivo, que es Eucaristía, que es presencia viva, que es hombre y es Dios, y como hombre ha nacido de una mujer.
Crean en la Madre, para que crean en el Hijo. Crean en mí, porque yo siempre los llevo a Jesús. Yo los conduzco de mi mano por el camino de la verdad, a la vida que es Cristo, en unidad al Padre y al Espíritu Santo. Crean en mí, yo soy Madre del Amor, Madre de la gracia, Madre de misericordia».