05/02/2025

MCM Mt 5, 1-12

SER POBRE DE ESPÍRITU

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre

(Fuente: Espada de Dos Filos III, n. 25)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) 

 

Evangelio según san Mateo: 5, 1-12 

Dichosos los pobres de espíritu.

 

«Hijos míos: mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador, porque ha puesto los ojos en la pequeñez de su esclava. Por eso me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho grandes obras en mí el Todopoderoso.

Dichosos los pobres, los hambrientos y los que lloran, los insultados y los perseguidos por la causa de mi Hijo, porque ellos me acompañan. Alégrense y salten de gozo, porque su recompensa será grande en el cielo.

Yo acompaño a los pobres, pero busco a los ricos, que son los que no obedecen, los que no confían, los que no se abandonan a la voluntad de Dios, los que no se saben necesitados, los soberbios, los que trabajan para sí mismos, los que buscan su propio beneficio, los egoístas, los que no piden, porque creen tenerlo todo. Esos no reciben misericordia, porque piensan que no la necesitan. Pero esos son los corazones más pobres de entre los pobres, los que son alabados, los que son reconocidos, aplaudidos, los que ríen, los que comen, los que beben y se divierten, pero están encadenados al mundo.

Yo nací para ser Madre de Cristo, Madre del Divino Verbo, Madre del Creador, Madre del Salvador, Madre de la Iglesia, Madre de misericordia, Madre de la gracia, Madre de todos los hombres, Madre de Dios. Nací para ser Madre, y mi Hijo me ha hecho también Reina. Dios se ha fijado en la humildad de su sierva, y se ha fijado también en ustedes, para que lleven la misericordia a los ricos y a los pobres.

Dichoso seas por parecerte al Señor, cuando lloras, cuando sufres, cuando tienes hambre y sed de justicia, cuando obras con misericordia y pureza de corazón, cuando trabajas por la paz, cuando eres perseguido por causa de la justicia, cuando te injurien y te persigan, cuando digan cosas falsas de ti por la causa de Cristo. Alégrate, porque siendo pobre, eres el más rico entre los ricos, porque tú tienes, para ti y para el mundo entero, la verdadera riqueza, que es el Reino de los Cielos. 

Bienaventurado seas cuando te humillas a los pies de tu Señor y pones a disposición de los demás los dones que de Él has recibido. El Reino de Dios está en ti, y cuando eres pobre, entonces eres rico, porque cuando eres débil, entonces eres fuerte».