05/02/2025

MCM Mt 5, 1-12

PERMANECER FIELES

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre 

(Fuente: Espada de Dos Filos III, n. 82)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) 

 

Evangelio según san Mateo: 5, 1-12 

Dichosos los pobres de espíritu.

 

«Hijos míos: permanezcan conmigo, y aprenderán a imitarme.

Aprenderán de mí las virtudes. Pero, sobre todo, amarán mucho.

Aprenderán de mí a ser humildes y pobres de espíritu, y será suyo el Reino de los Cielos. 

Aprenderán a llorar conmigo, y serán consolados.

Aprenderán a sufrir con paciencia, y heredarán la tierra.

Aprenderán a tener hambre y sed de justicia, y serán saciados.

Aprenderán a obrar con misericordia, y recibirán misericordia.

Aprenderán a mantener la pureza de corazón, y verán a Dios.

Aprenderán a trabajar por la paz, y serán llamados hijos de Dios.

Aprenderán a soportar las persecuciones por causa de la justicia, a agradecer y a alegrarse conmigo cuando los injurien y los calumnien, cuando los persigan y los maldigan por la causa de Cristo, y serán bienaventurados, porque su recompensa será grande en el Cielo.

¡Dichosos sean ustedes, que han creído! Nada puede separarlos del amor de Dios, porque está en Cristo Jesús, y Él está con ustedes. Perseveren y demuéstrenle al Señor su fidelidad y su lealtad a su amistad, soportando con paciencia, y alabándolo y adorándolo también en medio de la tormenta, de la tribulación, de la inclemencia, de la persecución, de las injurias, y de los falsos testimonios y mentiras levantados en contra de ustedes.

Yo estoy aquí para mostrarme Madre, para consolarlos, para auxiliarlos, para protegerlos, para ayudarlos, para consentirlos, para cuidarlos, para acompañarlos, para abrazarlos. Que no les aflija y no les preocupe cosa alguna, porque yo les muestro el camino seguro, y siempre los llevo de vuelta a Jesús. 

Permanezcan firmes ante la persecución, ante la tormenta y la tribulación, y sigan construyendo con alegría las obras de Dios, en la esperanza, en la fe, y en el amor de Cristo, reparando su Sagrado Corazón».