05/02/2025

MCM Mt 5, 17-37

SABER DISCERNIR

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre 

(Fuente: Espada de Dos Filos III, n. 43)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) 

 

Evangelio según san Mateo: 5, 17-37

Digan simplemente sí, cuando es sí; y no, cuando es no.

 

«Hijos míos: Yo le di al Señor mi vida, entregándole junto a la cruz lo que Él más quería: mi compañía y mi maternidad, en la que acogía a todos los hombres que Él, con su sacrificio, redimía. 

Implicaba perdonar, olvidar y acoger como verdadera madre a cada uno, como verdadero hijo, para conducirlos hacia el buen camino que es Cristo, al que ellos mismos depreciaron.

Los amo en el sí que a Dios le di. Y los amo en el no que al mundo le di, cuando fui desposada con el Espíritu Santo y la verdad fue engendrada en mí.

Yo no juré nada, yo solo dije “sí, hágase en mí según tu Palabra”, y la divina voluntad de Dios se hizo en mí para dar vida al que es la vida y luz de los hombres. 

El que jura asegura. Y esa es la manifestación de la soberbia. Nada sucede sin que Dios lo permita. El único omnisciente es Él. El hombre nada puede sin Él. El que pone sus seguridades en el mundo engaña y se engaña a sí mismo. El que jura comete el pecado de Adán, creyéndose igual a Dios: dueño, amo y señor. El que pone sus seguridades en Dios vive en la alegría de cumplir su voluntad, dejándose llevar con docilidad, por las inspiraciones del Espíritu, aceptando que Dios siempre sabe más, y hará para él lo que más conviene, porque lo ama.

El que dice sí cuando es sí, y no cuando es no, sabe discernir; todo lo pone en oración antes de decidir; y con prudencia, y con paciencia, espera y acepta, viviendo en congruencia con su fe.

Jesús es tan sencillo, como sencillas son sus enseñanzas. Simplemente hay que decir sí a todo lo que te acerque a Dios, en cualquier circunstancia, en cualquier momento, con fe, con amor y con esperanza. Con fe, para estar dispuestos a vivir las consecuencias de ese sí; con amor, abrazando la cruz que implica el sí; con esperanza, poniendo sus seguridades en aquel que los creó, que es su Padre; que los ama, que todo les perdona, que les ha dado a su único Hijo para darles vida eterna. 

Decir no a todo lo que los aleja de Dios, de su amor, de sus mandamientos, de su palabra, de su ley.

La conclusión es: la diferencia entre hacer el bien y hacer el mal es tu paz interior. El que hace la voluntad de Dios, en cualquier circunstancia, en cualquier momento, conserva la paz de su corazón. Y si así no lo hicieras, acude al sacramento de la reconciliación y rectifica tu camino. Él siempre a un corazón arrepentido concede su perdón. 

El Espíritu Santo les da la gracia y el don del buen discernimiento, para que digan sí cuando deben decir sí, y digan no a todo lo que ofende a Dios. Reciban las gracias y el don, abran sus corazones en un constante agradecimiento, y permanezcan en oración, para que esas gracias y ese don den fruto, y ese fruto permanezca y se multiplique para la gloria de Dios».