05/02/2025

MCM Mt 5, 27-32

FORTALECER LA VOLUNTAD

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre 

(Fuente: Espada de Dos Filos III, n. 86)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) 

 

Evangelio según san Mateo: 5, 27-32

Si tu mano derecha es para ti ocasión de pecado, córtatela y arrójala lejos de ti.

 

«Hijos míos: Jesús habla claro y fuerte. Les dice que más les vale perder una parte de su cuerpo y no que todo él sea arrojado al lugar del castigo. Y es una advertencia, porque Él a los que ama los corrige.

Jesús les advierte, para que no caigan en tentación, porque Él sabe que la carne es débil. Y los ayuda advirtiéndoles que no se pongan en ocasión de pecado, que rechacen los malos pensamientos, y no consientan las circunstancias de peligro, porque eso es tentar a Dios, que les da la gracia, pero respeta la libertad de la voluntad de los hombres, que es débil.

Jesús los comprende, porque Él ha sido probado en todo igual que ustedes, menos en el pecado, porque su voluntad ha sido fortalecida en la virtud, y esa voluntad es la que ha destruido la esclavitud a la que ustedes estaban sometidos por el pecado. 

El Señor es su maestro. Aprendan de Él y sigan su ejemplo. Él es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo, y que se desposa con la Santa Iglesia para unirla íntimamente a Él, en un solo cuerpo, del cual Él es cabeza. Ustedes se santifican en ella, formando parte de una sola familia: la gran familia de Dios. El camino es nuestro Señor Jesucristo, camino de fe, de esperanza y de amor, de fidelidad en la alegría y en el dolor, de confianza –aunque los vientos sean fuertes, y las tormentas una amenaza–, de paz –aunque la lucha sea constante–, de cruz, a través de la cual brilla la luz para el mundo.

Yo intercedo por ustedes ante Dios, para que fortalezca su voluntad, para que rectifiquen el camino, para alejarlos de toda tentación y de toda ocasión de pecado, y para resistir a todo en lo que sean probados, por los méritos de mi fidelidad al Padre como hija, al Hijo como madre, al Espíritu Santo como esposa. Perseveren en la fidelidad a la oración, atentos al paso del Señor, recibiendo y entregando el amor. Yo los mantengo bajo la protección de mi manto en el camino seguro. Acompáñenme».