05/02/2025

MCM Mt 5, 38-42

VENCER AL MAL CON BIEN

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre

(Fuente: Espada de Dos Filos III, n. 91)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) 

 

Evangelio según san Mateo: 5, 38-42

Al que te pide, dale. Y al que quiere que le prestes, no le vuelvas la espalda.

 

«Hijos míos: Jesús les enseña con el ejemplo a poner la otra mejilla. Si alguno les golpea en la mejilla derecha, preséntenle también la izquierda. Él ha sido enviado al mundo para darse, y es dándose como glorifica a su Padre. Es amando hasta el extremo como Él se da. Jesús se da con humildad y con generosidad, porque Él es el amor, y el amor es don.

Aprendan de Él y sigan su ejemplo, haciendo su voluntad. Ante el mal, respondan siempre con el bien. A quien haga el mal, hagan el bien, y enséñenle con el ejemplo ustedes también, ganando todas las batallas, porque el mal se vence con el bien. Cristo es el único bien. Aprendan de Él, imítenlo en su actuar, en su obrar, en su sentir, en su pensar, y confíen en su poder, porque ustedes solos no pueden.

Resistan ante la tentación de comportarse según la carne, manteniendo la visión sobrenatural y perseverando en la humildad, dándose a los hombres con generosidad. Y si el mundo se volviera contra ustedes y les fuera muy costoso resistir, recurran a los recursos que les han sido dados para perseverar y vencer al enemigo, que busca apoderarse de ustedes para traicionar a Dios: aquí tienen a su Madre, y al Espíritu Santo que les ha sido dado para fortalecer su virtud; y aquí tienen a Jesús, que les ha dicho: ‘yo te ayudo’, porque todos los días está con ustedes hasta el fin del mundo.

Sean generosos, recen el Rosario, conságrense a mi Inmaculado Corazón, y entreguen a Dios sus vidas como ofrenda, unidas al único sacrificio agradable al Padre, el sacrificio de Cristo en la cruz, porque Dios no se deja ganar en generosidad. Yo los llevo por camino seguro. 

Caminen de mi mano, con prudencia y pasos firmes, meditando todas las cosas en su corazón, descubriendo mis tesoros, para enriquecer con virtud sus vidas ordinarias en medio del mundo. Yo le daré mi paz a quien acepte mi compañía».