05/02/2025

MCM Mt 5, 43-48

 

AMAR Y PERDONAR

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre

(Fuente: Espada de Dos Filos III, n. 92)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) 

 

Evangelio según san Mateo: 5, 43-48 

Amen a sus enemigos.

 

«Hijos míos: mi Hijo ruega al Padre por ustedes, para que los libre del maligno. Sus llagas son memorial de su muerte y resurrección, que por un solo y único sacrificio justificó a los hombres y los libró de la muerte del pecado. Pero es un sacrificio constante, porque los ha amado hasta el extremo, justificando y redimiendo, no solo a la generación en la que Él nació y murió, sino a todas las generaciones de todos los tiempos, haciéndolos partícipes de este mismo y único sacrificio. La justificación está en el amor. Hagan obras justas, para que sean ofrenda agradable al Padre.

Yo les he pedido con insistencia: oración, sacrificio, consagración a mi Inmaculado Corazón, para que me reconozcan Madre, y yo los lleve a mi Hijo, que está sentado a la derecha del Padre. Quiero que todos mis hijos sientan mi compañía, que me reconozcan como Madre, y que me amen como hijos. Vengan a mí, porque yo siempre los llevo a Jesús.

Jesús les ha dado un mandamiento: el mandamiento del amor, para que amen a sus amigos y también a sus enemigos; a los que los aman y a los que los odian; a los que hacen el bien y a los que hacen el mal; a los que los persiguen y los calumnian; para que sean igual que su Padre celestial, perfectos. Qué buen trato les propone el Señor: les pide mucho, porque les da mucho, pero también los recompensa, les promete su cielo para que vivan con Él, en la gloria que tenía con su Padre antes de que el mundo existiera.

Yo les pido que reparen el Corazón tan lastimado de mi Hijo, a través de obras de misericordia, que son actos de amor que reparan el desamor. Misericordia que conseguirá la gracia de tocar el corazón de cada uno de ustedes, para que se convierta y confirme su fe, para que la paz vuelva a ustedes.

Rectifiquen sus caminos, purifiquen sus intenciones, pidiendo mi auxilio. Yo soy la Siempre Perfecta Virgen María, la primera en perdonar, pidiendo el bien para los que hacen el mal. Perdonen a los que los ofenden, amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, rueguen por los que los persiguen, bendigan tanto más al que más los maldice, pidiendo para ellos la conversión de sus corazones, haciendo todo por amor de Dios y para su gloria».