PEDIR PERDÓN Y PERDONAR
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos II, n. 10)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
Evangelio según san Mateo: 5, 20-26
Ve primero a reconciliarte con tu hermano.
«Hijos míos: amen a sus hermanos, como Jesús los amó. Al que tenga algo contra ustedes, perdónenlo, discerniendo en su conciencia si están siendo injustamente juzgados, o eso que tienen contra ustedes es causado por una mala acción, que de palabra, obra u omisión, o del pensamiento mal intencionado del corazón de ustedes, le haya ocasionado ese sentimiento de rabia o rencor contra ustedes.
Pídanse perdón entre hermanos, y reconcíliense con Dios a través del sacramento de la confesión, para que recuperen la paz que solo Cristo da cuando regresan a su amistad. Todo proviene de Dios, que nos reconcilió con Él por medio de Cristo. Reconozcan a Cristo en sus hermanos y permanezcan en su amistad.
Examinen sus conciencias y encuentren lo que les quita la paz. Sean valientes y pídanle al Espíritu Santo que escrute sus corazones y exponga ante ustedes sus intenciones, para que reconozcan si tienen alguna deuda que pagar, si tienen algo en contra de alguno de sus hermanos, o hay alguno que tenga algo contra ustedes; si perdonan o guardan rencor, si hay alguien a quien hayan ofendido y aún no le piden perdón.
Analicen sus conciencias, y revisen en su memoria y en sus corazones. Afronten su situación si están atados, encadenados a la prisión de los recuerdos de sus actos y la culpa de la soberbia que les impide pedir perdón, y reconcíliense con sus hermanos. Pidan la gracia de hacer un buen examen de conciencia, y una buena confesión, que los lleve a la paz de la reconciliación con Cristo, y lleven esa paz a sus hermanos.
Perdonen a sus adversarios, oren por sus enemigos. Amen al que los ofende, al que los calumnia, al que los difama. Hagan el bien a quien hace el mal, para que sean ejemplo de amor, de valor, de entrega, de perdón. Pidan perdón y perdonen, una vez, otra vez, otra vez… setenta veces siete… hasta que en sus corazones encuentren la paz. Y trabajen por la paz, reconciliando a sus hermanos, enseñándoles a perdonarse unos a otros, con rectitud y justicia, para que vivan en paz.
Yo soy la Reina de la paz y la Puerta del cielo. Yo busco en mis hijos la reconciliación y la paz. Guarden en sus corazones mi paz, para que la lleven a todas las casas, a todas las familias, a todos los rincones del mundo. Oren conmigo, y sean bienaventurados trabajando por la paz, porque serán llamados hijos de Dios».