CONVERTIR EL CORAZÓN
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos II, n. 1)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
MIÉRCOLES DE CENIZA
Evangelio según san Mateo: 6, 1-6. 16-18
Tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.
«Hijos míos: penitencia, penitencia, penitencia. Hoy es día de pedir perdón, humillando el corazón. Y de hacer penitencia, marcados con el signo de la cruz; de hacer oración y contemplar en Cristo la luz y la gloria del Padre, a través de la cruz.
Busquen la gloria de Dios a través de la cruz de su entrega, de su trabajo cada día, de una vida ofrecida a Dios, sirviendo al Verbo hecho carne. Dios toma el sí de cada uno de ustedes, y lo transforma en gloria. Fortalezcan su espíritu glorificando a Dios. Con sus cuerpos lo honran, transformando su trabajo en oración; y con sus almas lo alaban, uniendo todos sus sacrificios a la cruz, en la que ha sido crucificado y muerto mi Jesús, lavando con su sangre los pecados de ustedes, para resucitar y darles vida; y que en el Hijo, glorifiquen al Padre.
La verdadera conversión de un alma está en la humildad; y un alma que se humilla arrepentida encuentra la verdad, y la verdad perdona, sana, renueva. Quien vive en la verdad despierta al deseo de reparar las heridas causadas por sus propios errores y por los de los demás, al Sagrado Corazón del amado. El alma que vive en la verdad es pura y glorifica a Dios, porque solo los humildes le dan gloria. El alma que se hace pequeña ante los hombres se engrandece ante el Señor.
Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. El que permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él. Permanezcan, hijos míos, en el amor, y háganse pequeños para alcanzar el favor de Dios, que revela sus secretos a los humildes, para la conversión de sus corazones, y para que sean justos y den gloria a Dios.
¡Conviértanse y crean en el Evangelio! Es tiempo de ayuno, de sacrificio, de pedir perdón y de oración. Conversión es lo que les pide Jesús; humildad y disposición, para que Él pueda actuar en sus corazones.
Hagan oración para que descubran lo que hay en sus corazones. Pero no basta con su arrepentimiento, tienen que pedir perdón acudiendo al Sacramento de la Reconciliación. Hagan sacrificios para que tengan los mismos sentimientos de Cristo. Con el ayuno mortifiquen sus cuerpos, sus deseos y sus pasiones, para que compadezcan el dolor de su Señor, y participen en su mismo y único sacrificio, porque no hay otro sacrificio agradable al Padre que está en el Cielo que el sacrificio eterno de Cristo.
El conocimiento de la verdad provoca la conversión de los corazones. La verdad se revela en la intimidad. La intimidad se da en el encuentro del alma con Cristo, y para eso se requiere humildad. Remen mar adentro en soledad, en silencio, cerrando la puerta, para que sean cada uno de ustedes y Él, los que participen en un verdadero encuentro. Cuiden su formación espiritual para que lleguen al conocimiento de la verdad, y por esta verdad a la conversión total de sus corazones, que es la santidad».