05/02/2025

MCM Mt 7, 7-12

APRENDER A PEDIR

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre

(Fuente: Espada de Dos Filos II, n. 9)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) 

 

Evangelio según san Mateo: 7, 7-12

Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; toquen y se les abrirá.

 

«Hijos míos: pidan, porque está escrito que al que pida se le dará. Pero pidan como un hijo pide a su padre, con esa confianza de que Él los escucha, y lo que necesitan les dará. Esperen con paciencia, pero no dejen de pedir con insistencia y dispuestos a recibir lo que su Padre les quiera dar.

Dios es Padre, y un padre da, pero un hijo debe reconocerse necesitado y humilde, y pedir, porque en ese pedir reconoce el poder de aquel que tiene todo lo que el hijo necesita. El Padre es todopoderoso. No hay nada que Él no les pueda dar. Pero Él les dará en la medida en que ustedes necesiten, para que no lo derrochen haciendo la voluntad de ustedes, sino para que hagan la suya. Dios es providente. Es un Padre, y el Padre es proveedor. 

Pídanle sin ponerle condición, porque el Padre que está en el Cielo los conoce, todo lo ve, todo lo sabe, y Él sabe lo que le conviene a cada uno. Él les dará a manos llenas, pero, al pedir, agradezcan y llévenle una ofrenda agradable para Él. Llévenle buenas obras, buenas intenciones, buenos propósitos, oraciones, sacrificios, y los frutos de sus dones, porque mucho ya les ha dado, y siempre les ha dado cosas buenas.

No se cansen de pedir. No se cansen de esperar. No se cansen de insistir. Perseveren en la confianza de que Dios es bueno, es misericordioso, es justo, es amoroso, es providente, es compasivo, es Padre, es todopoderoso y es don; es dador de vida y es Creador de Cielos y tierra, de todo lo visible y lo invisible, y no hay nada imposible para Dios.

Pero primero pidan fe, porque lo único que les pide Dios es que crean en Él, para que lo amen por sobre todas las cosas, y traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes, amándose unos a otros como Él los amó.

Pidan rezando y meditando los misterios del Rosario. Pidan en cada misterio, desde sus corazones, con pureza de intención, todo lo que necesitan para ustedes y para otros. Esa es la forma más pura de pedir: humillándose al pie de la Cruz de Cristo, como lo hago yo, mientras piden con insistencia al Padre, como hijos -por la heredad conseguida por los méritos de la vida, pasión, muerte y resurrección del Hijo-, recibir, por los méritos de mi maternidad, los dones y las gracias del Espíritu Santo. Pidan así, y todo les será concedido».