ABRIR LOS OJOS DEL ALMA
Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre
(Fuente: Espada de Dos Filos I, n. 6)
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19)
Evangelio según san Mateo: 9, 27-31
Que se haga en ustedes conforme a su fe.
«Hijos míos: Cristo es la luz del mundo, y los envía con la alegría de servirlo, iluminando con Él la oscuridad de los que viven perdidos en el mundo, para que con ellos construyan su Reino, que no es de este mundo. Es por la fe que se abren los ojos, para que los ciegos vean. Es por la fe que serán salvados, cuando el Hijo del hombre vuelva con toda su majestad y poder. Es demostrando la fe que se conquista con el ejemplo.
Pidan al Señor con fe que tenga compasión de ustedes, para que la claridad de la luz de Cristo ilumine sus conciencias, y consiga para ustedes un verdadero arrepentimiento, para que confiesen sus pecados, para que sean perdonados, y entonces se les abran los ojos del alma, y verdaderamente vean; para que crean en su Señor sacramentado, que es el cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad del único Hijo de Dios, que ha sido enviado al mundo para que todo el que crea en Él no muera, sino que tenga vida eterna.
Pidan que les sean abiertos los oídos de su corazón, para que oigan y comuniquen la palabra de Dios. Pidan con insistencia al Señor que ilumine su camino, y que les encienda con su luz el corazón, para que sean como faro encendido que muestra el camino a los que navegan perdidos en la oscuridad de la noche. Que por su fe vean, y que brille la luz de Cristo en ustedes, para que vivan en la alegría de saber que no son ustedes, sino que es Cristo quien vive en ustedes, y con esa seguridad y esa alegría, hagan sus obras, para que lleven su luz al mundo, para que iluminen los corazones, porque todo el que es iluminado por la luz, se convierte en luz.
Dichosos los que creen sin haber visto. Alégrense, porque cuando Cristo toca sus vidas, ya no están ciegos, sino que ven; ya no están sordos, sino que escuchan; ya no caminan en tinieblas, sino en la luz. Alégrense, porque el Señor los llena de gracia, para que, por Él, con Él y en Él, alcancen la bondad, la santidad y la verdad.
Yo pido para ustedes una fe grande para que crean en Cristo, para que escuchen su Palabra y la pongan en práctica».