06/02/2025

MCM Mt 13, 47-53

VENCER CON AMOR

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre 

(Fuente: Espada de Dos Filos  IV, n. 43)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) 

 

Evangelio según san Mateo: 13, 47-53    

Los pescadores ponen los pescados buenos en canastos y tiran los malos.

 

«Hijos míos: la espada que atraviesa mi alma es la herida de la lucha entre el bien y el mal, mientras yo piso la cabeza de la serpiente. Es la lucha de ustedes de cada día, y soy yo quien les ha dado el arma para vencer. El arma que vence es el amor. Y mi Hijo Jesucristo es el amor.

La Palabra es instrumento del amor, que instruye y fortalece con estrategias firmes, para obtener el triunfo. Es Él mismo el alimento que nutre y sacia, para que permanezcan en el amor, para que perseveren y logren la victoria.

El premio es la vida eterna en Cristo, para la gloria de Dios. El camino correcto es el camino hacia mi Hijo, y se necesita voluntad, fuerza y valor, para caminar.

Yo los ayudo. Es fácil llegar a mí, y cuando están cansados y no pueden seguir, yo los llevo en mis brazos y los hago descansar en mi regazo, los llevo de la mano y no los dejo caer. Los protejo bajo la sombra de mi manto y los ayudo a caminar, y los aliento a seguir hasta llegar al destino final, que es Jesús. Este es mi llamado y mi auxilio, para que en medio de la batalla encuentren la victoria. 

La Palabra de mi Hijo es para que abran sus ojos y vean, y abran sus oídos y oigan, pero es Palabra que toca el centro del corazón, que lo hiere, y que lo abre al amor, a la razón, y al entendimiento. 

Herida que convierte corazones de piedra en corazones de carne. Por eso incomoda, y duele, y quema con fuego de amor. La Palabra confronta el alma, enciende los corazones tibios, y mantiene los corazones ardientes.

Yo pido que abran su voluntad para que vean, para que escuchen, para que abran sus corazones al amor de Jesús. 

Entregándose en sus brazos es como permanecen en el amor, para despojarse de ustedes mismos y morir al mundo, para vivir en la alegría de la resurrección de Cristo, y conseguir la victoria».