07/02/2025

MCM Mt 28, 8-15

LLEVAR AL MUNDO EL TESTIMONIO DEL RESUCITADO

Meditando el Evangelio desde el Corazón de la Madre

(Fuente: Espada de Dos Filos II, n. 48)

«María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) 

 

Evangelio según san Mateo: 28, 8-15

Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me verán.

 

«Hijos míos: cuiden su cuerpo y cuiden su alma, porque llevan un tesoro en vasija de barro. El tesoro es la fe. Permanezcan conmigo al pie de la cruz, que parece estar vacía, pero que está llena de vida; que es el signo del amor de Dios por los hombres, porque nadie tiene un amor más grande que el que da la vida por sus amigos.

Acompáñenme, y permanezcan en oración conmigo, para que aprendan a transformar su fe en obras de auxilio y misericordia.

Cristo resucitado es el que da testimonio de sí mismo, y el Padre, que lo ha enviado, también da testimonio de Él. Ustedes, que escuchan su Palabra y le creen, también dan testimonio de Él.

Escuchen la buena nueva, el anuncio del ángel del Señor y del mismo Cristo, resucitado y vivo, que sale a su encuentro en el camino, como aquel día en que llegó a los oídos de los discípulos todo lo que las santas mujeres habían visto y habían oído. Y den testimonio al mundo, de que Cristo, que ha padecido y muerto en la cruz, está vivo, porque ha resucitado para darles vida, para que vivan en Él y Él viva con ustedes; de que, por su pasión, con su muerte y su resurrección, ha abierto las puertas del cielo al mundo entero, y les ha ganado, por heredad, el paraíso; porque nadie va al Padre si no es por el Hijo, pero nadie va al Hijo si el Padre no lo atrae hacia Él.

Yo intercedo por ustedes ante el Señor, para que aumente su fe, y contagien esa fe a los demás; para que sean con Cristo uno, y con Él luz para el mundo, para iluminar la oscuridad de la vida de los hombres. Él les ha dado la fe, y los envía a construir su Reino, porque por la fe serán salvados, pero por las obras serán juzgados.

Acudan con prontitud a este nuevo llamado, para que ustedes, como el discípulo amado que corrió, vio y creyó, tengan el valor de anunciar al mundo que Cristo ha resucitado y está vivo, y que Él es el Hijo de Dios, y den al mundo testimonio de la verdad, que es la presencia viva de Cristo resucitado y glorificado, que se entrega una y otra vez a los hombres, todos los días, en la Eucaristía y a través de la Palabra, que es como espada de dos filos, que penetra hasta lo más profundo del alma, y abre cada corazón, para que reciban la vida de su resurrección, a través de su gracia y de su misericordia.

Confíen en Jesús, abandónense en Él, obedezcan sus palabras, y vivan en la alegría de su resurrección, en su amor, y en la plenitud de un encuentro constante con Él, por la fe que les ha dado, para que esa fe se manifieste en sus obras».